Capitulo 7: Enemigos, temed

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Bennett

El aire fresco de Noviembre anuncia la llegada del invierno, pero el sol todavía se las arregla para brillar con fuerza, pintando los árboles con tonos cálidos antes de que las hojas caigan del todo. Todos hablan sobre las próximas celebraciones, acción de gracias está cerca, pero no tenemos planes para celebrarlo este año en casa. Una invitación por parte de Mark había llegado, Claire estaba entusiasmada, pero Alya termino arrojándola a la papelera.

—No puedo creer que mi pequeño se gradué tan pronto—comenta la abuela con una sonrisa de orgullo, mientras pica un tomate—. ¿Estas emocionado?

¿Qué si estoy emocionado? Eso es lo que todos me preguntan últimamente, una y otra vez, es curioso cuantas veces pueden hacerte la misma pregunta para que al final del día siga sin tener una respuesta. Mi abuela junto a Abby son quienes se muestran más emocionadas por mi graduación, no dejan de recordármelo cada vez que pueden.

«¿Estas emocionado por tu graduación? ¿Qué debería regalarte? —me preguntó Abby en una videollamada, era la tercera vez que lo preguntaba en la semana.

—Un beso tuyo sería el mejor regalo—respondí solo por molestar.

¡Déjate de cursilerías! Voy a buscarte un regalo, ¡Tiene que ser genial! De preferencia que sea algo material.

—Bien, regálame un auto entonces.

—¿Y es que piensas que soy tu sugar mommy? —se quejó, pero no pudo evitar echarse a reír... »

En ocasiones mi vida podía tornarse blanco y negro, pero escuchar la risa de Abby era tan reconfortante, que nada más importaba, tenía la forma de regresarme todos los colores, en todos los tonos, cálidos y brillantes, era una explosión de colores, como volver a la vida.

La verdad es que no había pensado mucho en mi graduación, por no decir que no había pensado nada en ello, estaba seguro de que todavía faltaba mucho para eso, pero resulta que está a la vuelta de la esquina. Con todo lo que sucedía a mi alrededor, parecía lo menos importante. No tenía planes para ese día y tampoco quería hacerlos, no tenía idea de si mis padres asistirían, no quería esperar algo y luego decepcionarme.

—A veces me siento emocionado por lo que vendrá después, pero otras veces no estoy seguro de qué camino seguir o qué deparará el futuro—comienzo a preparar un sándwich—. La verdad es que intento no pensar demasiado en ello.

La abuela se detiene por un momento, se acerca y coloca suavemente una mano sobre la mía.

—El futuro puede parecer desconcertante, mi querido niño, pero que cada paso que des te llevará a oportunidades—sonríe con cariño—. No tengas miedo de enfrentar lo desconocido, recuerda que en cada desafío se esconde la posibilidad de crecer.

—Parece que quieres despedirte de mí, abuela—la miro—, no me eches de menos tan rápido, olvidas que estaré aquí para ayudarte con el negocio.

La cocina de la abuela siempre había sido un refugio reconfortante. El aroma de las especias y la risa chispeante de mi abuela llenaban el aire, creando un ambiente acogedor y familiar. Ella es el corazón de la cafetería, la mantiene viva.

—No quiero retenerte, muchacho. Tienes suficientes responsabilidades y eres de mucha ayuda, pero este lugar es el legado de tu abuelo, es mi trabajo mantenerlo, no el tuyo—pone sus manos sobre mis mejillas—. Debes empezar a hacer tus propios planes.

—Abuela...

—Además, cierta señorita está esperándote al otro lado del océano, no podría culparte si en algún momento empiezas a empacar tus maletas—suspira con ensoñación y luego me señala con una cuchara de madera—. Me gusta esa chica para ti, Archer. Tienes algo bueno, no lo pierdas.

Peonias en otoñoWhere stories live. Discover now