Capitulo 8: Una daga dulcemente envenenada

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Cierro mis ojos, y cuento: Siempre un ángel, nunca un Dios. No sé por qué soy como soy, hay algo en el aire, creo que he estado teniendo revelaciones en el asiento delantero, casi vacío, saltando la salida a nuestra vieja calle para irme a casa. -Not strong enough, Boygenius.

Abby

Los días de noviembre parecían pasar con tranquilidad, quizás demasiada tranquilidad como para ser normal. Iba de clase en clase, cumplía con mis deberes, estudiaba para los exámenes, recibía felicitaciones de mis profesores, pasaba tiempo con Eloise y con Jade, intentaba que no me pillaran en clase por reírme a carcajadas por alguna cosa que había dicho Henry, todo parecía normal, pero tenía este extraño presentimiento...

Algo que odiaba sobre Memphis es que era un lugar que nunca cambiaba, todo siempre se mantenía exactamente igual a como siempre había sido, a todo lo que siempre había conocido, pero una vez que me marche, me di cuenta que ese pensamiento me había brindado cierta paz, como si al volver podría encontrarlo todo exactamente igual a como lo había dejado. Seguro que mamá acababa de meter un pastel al horno, mientras Isaac le platicaba a papá sobre un análisis deportivo que había hecho, Milo regresaría de pasear a Brandy y ocuparía mi lugar en la mesa, lo que no me molestaba, me alegraba que estuviera allí. Nadine y Bella eran las mismas de siempre. Archer Bennett debía estar plasmando en una hoja en blanco toda su creatividad antes de ir a buscar a Cassie de la escuela y Alya...

Veo fijamente los aterradores puntos suspensivos al final de mi última conversación con Alya, aparecen y desaparecen, veo como el estatus cambia de «En línea» a «Escribiendo», los puntos suspensivos aparecen y desaparecen, la acción se repite. Nuestra conversación se ha mantenido así durante los últimos días, ni siquiera respondió al tonto meme de un gato que le envié esta mañana. Quería volver a escribirle, pero dudaba en hacerlo porque no me había respondido. Por supuesto que no me lo he tomado personal, pero que subiera una foto con su equipo de voleibol cinco minutos después de ignorar mi mensaje no me había preocupado mucho, pero ver a esa tal Sally Wilson muy sonriente en la foto sí que me hizo arquear una ceja. Era una estupidez, yo estaba actuando como una estúpida.

Repaso mentalmente nuestra ultima conservación verdadera, una que fuera más allá de mensajes simples, cuando me contó de la discusión con su madre sobre su futuro, Alya no estaba segura de sí se realmente quería regresar a la universidad, se había tomado un año sabático que se habían convertido en dos y se mantenía indecisa si volver a intentarlo o no. Hablamos sobre las distintas carreras que le interesaba, hicimos planes a futuro que no terminaban por convencerla.

«Quizás deberías hacer tus maletas y mudarte a Londres.

Seguro...—respondió con cierto aire distraído, como si para ella fuera un hecho que no sucedería.

—Podríamos rentar un apartamento en el centro y en vacaciones nos vamos a recorrer Europa de mochileras.

—¿Tú? ¿De mochilera?—se burló.

—¡Puedo intentar!

¿Y dónde encaja Archer en todos esos planes?»

La pregunta me tomó por sorpresa, era como si no fuera aceptable querer hacer planes con ambos, como si tuviera que elegir a solo uno de los dos, era extraño. No supe cómo responder a eso. También quería hacer planes con ella, éramos amigas, habíamos hablado de nuestros sueños y hecho planes a futuro desde el día que nos conocimos. 

—¿Todavía no te llama? —Daphne me mira con pena—. Quizás eso significa que perdió todo el interés y es momento de aceptarlo, cielito, las relaciones a distancia rara vez funcionan. Era de esperarse.

Peonias en otoñoWhere stories live. Discover now