Capítulo seis: En la selva.

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Malika Brown Menéndez.

8/2/2023

Giro mi cuerpo y la presencia de Christopher es jodidamente nula, ¿qué he hecho? He tenido sexo, me siento rara: somnolienta y dolida, me duele el cuerpo, me duele todo. Mis ojos se dirigen a mis pechos, están rojos y hay muchos mordiscos, con color rojizo y morado "animal" susurro en voz alta. Estoy muy marcada y no he visto mi cuello ni mi cuerpo completo.

Tomo mi ropa de una pieza, y en la pequeña tienda azulada intento cambiarme, batallo con el poco espacio hasta tener mi enterizo bien colocado. Mis pechos incomodan, maldito Christopher, quito mi sujetador y lo trato de camuflar en la parte "pantalón" de mi enterizo, seguro parece que tengo un tumor en mi nalga derecha, golpeo con la mano abierta esta zona para que "se aplane". Subo la parte y la tela de cuero se adhiere a mis pechos, mis pezones erectos son muy notables.

Estoy enojada con él, ¿por qué no me espera?

Salgo de la tienda apartado la tela con un manotazo, la tela se enreda en mi mano y termino pateando la tienda.

-Buen humor, teniente. -la risa en su voz en más que evidente, hijo de perra, encima que me deja aquí tirada, después de follarme.

-¿Dónde estabas Christopher? -le pregunto mientras pongo las manso en mi cintura y palmeo mi pie derecho en el piso creando un sonido.

-Estaba por ahí. -ladea la cabeza de un lado a otro.

-¡Me dejaste sola! -le reclamo. Me acerco de forma amenazante, quedo a su frente y el desnivel de estatura no me impide proseguir mi enojo.

-Déjate de niñerías, fui a buscar agua de coco y algunas frutas para el recorrido. -sus ojos van a la antigua tienda que permanece en el suelo en forma circular toda arrugada, parece que está en depresión.

-Fue la brisa. -justifico el deplorable estado de la tienda, causado por mí.

-La brisa va de negro, descalza y con pelos de loca. -me describe mientras visualiza mi estado.

-Loca tu abuela, Morgan. -golpeo su hombro y él permanece quieto ante el golpe, ni se inmuta.

-Eso no decías en el río. -su semblante juguetón pasa a serio- Póngase sus botas, recoja sus pertenencias y larguémonos de aquí.

-Enseguida, mi coronel. -en los oídos del soldado es igual lo que sientas, tienes que obedecer.

Doy una vuelta y me inclino hacia la fea tienda en busca de mis bragas, levanto la tela de esta, pero la presencia de mis bragas es invisible. Anoche las había dejado por aquí, ¿le crecieron patitas y se fueron?

Tomo mis botas y me siento encima del despejado pavimento con ciertas hormigas, hormigas bobas, es decir, no pican. Las miro mientras zapateo mi pie en el suelo, buscando que entre del todo. Aplico las mismas situación en el otro pie, y posiblemente he matado a un montón de hormigas, he comedito un grande genocidio.

-Rara forma de ponerse el calzado. -expresa mientras me mira con una ceja alzada.

-Es para que entre.

-Lo que yo te entraría no es precisamente un calzado.

-Lo que tú digas, lingoncin. -le pongo un apodo a forma de burla.

Llamas de DeseoWhere stories live. Discover now