22. Apodos y halagos

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Una hora después, estamos abrazados aun desnudos, tapados únicamente por una sábana. 

-¿Tienes hambre?- pregunto.

-¿Eso es una indirecta, Ayara? Porque no tendría ningún problema.

Me acerco aun mas a el besandole.

-¿Sigues teniendo ganas?

-Yo siempre tendré ganas de ti- hace una pequeña pausa que aprovecha para subirme encima de él agarrándome de la espalda baja profundiza los besos-. Pero sí, tengo hambre. Llevo preguntandome que es lo que huele también desde que hemos entrado por la puerta.

-He hecho lasaña. Es uno de mis platos preferidos y he conocido a muy poca gente a la que no le guste, he ido a lo seguro.

-Pues has acertado de lleno. Aunque dudo que pudieses hacer algo que me desagradase.

-¿Hoy estás inspirado?

-¿Por qué lo dices?

-Hoy estás más… intenso de lo normal.

-¿Y eso es malo?

-No, al contrario, me encata. Las emociones deberian expresarse como se sienten, no ocultarlas.

-Llevas toda la razón.

Tay se levanta de la cama y se pasea completamente desnudo por el cuarto hasta llegar a la cómoda donde guarda su ropa interior. Aunque por su ritmo deduzco que está tardando más de lo normal a propósito.

-Provocador.

-Mirona.

-Eres tú el que va sin nada.

-¿Y qué, te gustan las vistas?

-No me desagradan.

-Venga hombre, no seas mala, hace media hora no decias lo mismo cuando me tenías encima y…

-Vale, vale, ya lo he pillado. Si, me encantan las vistas, pero me distraen demasiado.

-¿Qué te crees, que no te voy a repasar con la mirada una y mil veces en cuanto te levantes de mi cama y dejes la sabana ahí? Pienso detenerme en cada poro para grabarme a fuego cada milímetro de tu piel, preciosa.

-Eres un pervertido con alma de poeta, ¿lo sabías?

-La esencia de todo artista.

Ya una vez vestidos, saco de la nevera la bandeja con la comida y la meto en el horno.

-En 10 minutos estará preparada.

-¿Quieres ver una peli mientras?

-Si, ve buscando una si quieres.

Pasados los diez minutos estamos probando la lasaña mientras vemos una serie de Marvel.

-Mm, está deliciosa.

-Muchas gracias.

-Cocinas genial, osea, ya me di cuenta de eso cuando me ayudaste la primera vez con Abby, pero cada día me sorprendes aún más.

-Gracias, de verdad- noto como la temperatura me sube por las mejillas, se que estoy poniéndome roja.

-¿Te apetece ir ahora a por la niña y nos vamos a dar un paseo? Necesito algo de aire libre después de esta semana.

-Si, claro, ahora escribo a Lis para avisarla.

-Perfecto.

-Por cierto, ¿cómo era el sitio? Se que ya te lo he preguntado antes y no hace falta que contestes si no estás cómodo.

Siempre serás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora