La Abuela Carmen

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— A ver, a ver — dijo una señora, entrando por la puerta principal. Tenía el pelo canoso, y se apoyaba en un bastón de madera que marcaba con un sonido hueco cada uno de sus pasos. Chiara se puso de pie en cuanto la mirada marrón de la señora se posó en ella — La mujer que ha conseguido enamorar a mi nieta. Come here, darling.

— Señora, hablo español — Chiara dijo, agarrándola del brazo para que se pudiera sentar. La mujer la empujó para que se sentara a su lado.

— What did you say?

— Hablo español — repitió Chiara, elevando un poco el tono para que la mujer le entendiera.

— ¿Hablas español? Entonces ya no voy a necesitar esto — dijo Carmen, sacando de su bolso un libro. Se lo entregó a Violeta, que estaba a su otro lado, y sin apenas mirarla se giró de nuevo para seguir hablando con Chiara.

Violeta leyó el título del libro: Inglés para Dummies.

— Menudo cuadro de familia tengo — susurró, dejando el libro en la mesa.

— ¿Qué farfullas, moza? — Carmen preguntó.

— Que no me has dicho ni hola, abuela — Violeta dijo, cruzándose de brazos.

— Porque te tengo muy ya vista — Carmen se rio — Anda, dale a tu abuela un beso, chata.

— No sé si te lo mereces.

Carmen apoyó en un movimiento rápido el bastón sobre el pie de Violeta, quien se quejó — ¿Te crees que esas son formas de hablar a tu abuela?

— Coño, abuela, que me dejas coja.

— Coja y tonta. Lo tienes todo.

— Así acabó papá — Susana dijo, negando la cabeza mientras miraba a su madre — Con los pies negro a los treinta.

— Poco le hice a ese sinvergüenza.

Chiara se giró asustada hacia Violeta, quien le dedicó una sonrisa leve — Mi abuelo no era muy buena persona.

— Un abusador, hija mía — Carmen dijo, pasando su mano por el brazo de Chiara — Ya sabes cómo son los hombres; les das el brazo y te lo arrancan.

— ¿Qué le pasó a su marido, doña Carmen?

— ¿Eres policía? — Carmen preguntó, mirándole a los ojos.

— No.

— ¿Quieres serlo?

— No me apasiona mucho ese mundillo.

Violeta se imaginó a Chiara con uniforme de policía, deteniéndola en un rotonda por no llevar la pegatina de la ITV, y se mordió el labio.

— Muy bien — Carmen se acercó a la cara de Chiara y susurró: — Yo lo maté.

— ¡Mamá, no digas tonterías!

— Hija, ¿tú te crees que después de cocinar toda mi vida, no sabía que el pescado no se deja al sol tres horas?

— ¿Murió por intoxicación? — preguntó Chiara, genuinamente interesada en la historia.

— No, hija, no — Carmen rió — Le empujé a un pozo. Lo del pescado solo fue para que estuviera más preocupado en no cagarse que en donde estaba.

— Fascinante — dijo Chiara, mirando a Carmen con gran interés — ¿Y qué le dijo a la policía?

— Pues nada, hija. En esos tiempos, los hombres caían como moscas mientras trabajaban.

— ¿Y ha pensado en matar a alguien más? — Chiara se giró para mirar mejor a Carmen.

— ¡Kiki!

Mentiras de Jarabe | KiViWhere stories live. Discover now