Días de no Madrugar

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— ¿Qué haces en un arbusto?

— Eh... Bueno, es una historia graciosa.

— Estábamos follando — Chiara dijo, levantándose — Ya sabes. Turismo sexual, y esas cosas.

Roberto se quedó mirando a la chica — ¿Te conozco de algo? Me suena tu cara.

— Bueno, dicen que me parezco a Angelina Jolie.

Roberto frunció el ceño — ¿En serio?

— Sí. Pero fue mi padre quien me lo dijo, porque me habían llamado fea unos niños en el colegio. Ya sabes, quería animarme un poco el pobre hombre.

— Ah.

— Soy Chiara, por cierto — la chica estiró la mano, y Roberto la apretó — Mucho gusto.

— El gusto es mío — dijo con una sonrisa, que se tornó agria cuando miró a Violeta — Estaba enseñándole a mi prima Motril. Nunca había estado aquí.

— Anda, que bien — Chiara puso una mano en el hombro de Violeta y apretó, pidiéndole mentalmente que disimulara un poco — Mi familia vive en Londres, pero seguro que también le gustaría este sitio. Es muy bonito para explorar. Explorar el lugar, no el cuerpo de alguien. Ya sabes.

— La verdad es que no — Roberto dijo.

— Perdónala — intervino por fin Violeta, después de rezar un padre nuestro en su cabeza para pedirle a dios autocontrol — Es inglesa. Tiene un humor raro.

— Anda, ¿inglesa? — dijo, mirando a Chiara — Mi amigo es inglés también. Bueno, irlandés.

— Vaya — Chiara dijo — Pues dile que lo siento por la hambruna de la patata. No debimos hacer eso.

— Se... se lo diré.

— Bueno, Roberto — Violeta dijo — Ha sido un placer. Nos vemos en otro momento.

— Adiós — el hombre se alejó, girándose varias veces a mirarlas.

Cuando estuvieron alejadas y escucharon el sonido de la puerta del coche cerrarse, Violeta suspiró — Joder, qué mal disimulas.

— Mira quién fue a hablar — Chiara dijo — Si parecía que habías visto a un fantasma. Te has puesto blanca como la leche.

— Hija, es que me ha asustado pero bien — Violeta se llevó una mano al pecho — Menudo sinvergüenza, casi me manda al otro barrio.

— ¿Y lo que ha dicho de la prima? — cuchicheó Chiara.

— Ya ves. O le va la endogamia, o miente peor que tú.

— ¿Pero qué he hecho ahora?

— Te has puesto a hablar de la hambruna de la patata.

— Fue un evento muy traumático para el pueblo irlandés — Chiara dijo — Y algo tenía que decir, porque tú estabas callada como si fuera un velatorio.

— Lo será en cuanto mi familia se entere.

— ¿Se lo vas a decir a Tana?

— Sí. Tengo que hacerlo — Violeta miró su móvil, y después a Chiara — ¿Estarás conmigo cuando se lo cuente? Necesito tu apoyo.

Chiara agarró su cuello y la besó — Estaré siempre que me necesites. No tienes ni que preguntar.

— Gracias — Violeta apoyó su cabeza en el hombro de Chiara, abrazando su cintura — Dios, menudo lío.

— Ya.

— No sé cómo va a reaccionar — Violeta dijo.

— ¿Le compramos chocolate? Para que el disgusto no sea tan amargo.

Mentiras de Jarabe | KiViWhere stories live. Discover now