Álbum de Fotos

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Violeta no pretendía fisgonear.

De verdad, no era su intención.

Sabía que la privacidad de Chiara era algo muy importante para ella, y lo respetaba. Por eso no había presionado para que le contara lo que le estaba pasando, aunque sabía que algo le pasaba porque llevaba unos días rara.

Justo por eso acabó en la situación en la que actualmente se encontraba.

Comenzó cuando Chiara, en los ratos en los que antes solían estar juntas en su habitación, tumbadas en la cama y hablando de cualquier cosa que se les viniera a la mente, desde hacía días que los pasaba sola en el salón, tocando la guitarra o escribiendo algo apoyada en el piano. Incluso cuando tuvo que dejar de echarse gotas en los ojos y se pudo quitar la gasa, no parecía más contenta.

Ese día, Chiara tenía una reunión de trabajo relacionada con algo de una canción nueva que estaba componiendo, así que había salido después de comer.

Llevaba su guitarra a sus espaldas, pero parecía que también cargaba con otro peso en sus hombros, uno que apenas podía soportar. Uno que Violeta quería hacer desvanecer costase lo que costase.

— La guiri está rara — Ruslana había dicho nada más Violeta cerró la puerta.

— Tú calla y busca piso — Violeta le había dicho, porque no quería asumir la realidad sobre su novia.

— Quizás es porque se acerca su cumple — Tana continuó la conversación desde la cocina.

— Tiene pinta de ser de las que llora en su cumple — Ruslana le había dicho.

Violeta ignoró a las dos y se fue a su habitación para terminar un reportaje que tenía que entregar. Se aprovechó de eso para así poder despejar su mente de la preocupación que la estaba consumiendo.

De eso habían pasado ya horas, pero Violeta no podía quitarse de encima esa sensación que le oprimía el pecho. Y más cuando había terminado el reportaje y no tenía ningún trabajo más que adelantar. Le dejaba demasiado tiempo para pensar.

Fue entonces cuando la preocupación de nuevo se apoderó de ella; tal era su inquietud que se puso a limpiar la casa.

— ¿Por qué no te lavas el pelo, ya que estamos? — Ruslana le preguntó.

— ¿Por qué no aprendes a usar la basura en vez de dejar todo por medio? — Violeta replicó.

— Mi habitación está muy limpia — Ruslana dijo, poniendo los pies en la mesa. Violeta los golpeó repetidas veces con el palo de la escoba hasta que la bielorrusa los puso de nuevo en el suelo.

— Querrás decir la habitación de mi hermana — Violeta dijo, frunciendo el ceño.

— Todo lo suyo es mío — Ruslana dijo, lanzándole un beso.

— Espero que solo durmáis — Violeta amenazó, mirándola fijamente.

— Pues claro — Ruslana miró a su amiga — Soy una señora hecha y derecha. Tiene que pasar su etapa de duelo con Roberto.

Violeta sonrió levemente. Al menos sabía que la otra pelirroja de verdad se preocupaba por el bienestar de su hermana.

— Eso sí — Ruslana continuó — En cuanto esté de nuevo en el mercado, voy a saco. Avisada quedas.

— Espero que se haga monja, entonces — Violeta dijo.

— Si se hace monja puedes llamarme Susana Romero.

— Sabía que recomendarte esa película era mala idea — Violeta la señaló con el palo de la escoba.

— La hubiese acabado bien de una forma u otra.

Mentiras de Jarabe | KiViWhere stories live. Discover now