Capítulo 10: Recuerdo

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¿Ah...? ¿No te acuerdas? Qué tal si te refrescamos la memoria... Para que todos vean que tan mala memoria tienes ¿O no? España...

Aquellas palabras causaron un sudor frío proveniente del español, si era lo que creía, significaba que por supuesto, mucho de los mayores que querían de una forma romántica a sus hijos iban a estar en su contra, sobre todo el americano y el ruso, ellos van a odiarlo más de lo que se imaginaba.

Quetzal~ — alzó su mano haciendo una reverencia a su hermano, el cual agarró su mano entrelazando ambos sus dedos — Te doy los honores

Será todo un placer — relamió sus labios a la vez que alzaba su mano al centro de aquella sala de reuniones, donde su mano comenzó a brillar de un intenso dorado — karist Man, Karist park

Paret us, kaet us




Ante esto, aquel hechizo el cual ambos Dioses conjuraron, se transformó en una gran ilusión de un recuerdo vívido que ambos tuvieron una vez, donde ahí, se veía a ambos Dioses en su verdadera forma, encerrados en una gran celda con varios niños dentro de ella. En ese lugar, el Dios Inca estaba recostado contra una de las paredes, mientras que el Dios Azteca, caminaba de un lado a otro, impaciente y enojado. Se podía ver, que ninguno de los niños veía a los Dioses, para ellos, eran invisibles a su vista.

... ¿Podrías calmarte? Me estás mareando Quetzal...

Mencionó el inca cansado de aquella situación, él y su amigo/hermano estaban tensos, los niños estaban tristes y no parecían calmados, es más, se veían nerviosos.

¿Cómo quieres que me calme? ¡Tu hija y mi hija están allá con esa cosa! ¡¿Cómo es que estás tan calmado Inti?!

No estoy calmado, solo soy paciente, créeme que estoy igual o PEOR que tu... ¿De acuerdo? De verdad quisiera que MI pequeña regresara, pero no, está con esa bestia inmunda quién sabe dónde, torturándola en cada momento, así que déjame en paz, y siéntate ¿Quieres?

¡Pero-...!

Ambos detuvieron su discusión al escuchar como una puerta lejana y de acero se abría, escuchándose fuertes pasos acercándose a aquella celda. Ante esto, los niños intentaron esconderse lo mejor que pudieron en una de las esquinas del lugar; se les veía realmente aterrados, esperando a que ninguno de ellos sea llevado.

Al acercarse mejor, uno de los guardias del lugar abre la jaula antes de lanzar a otra pequeña niña a la celda, cerrándola al instante. Ella, con mucha dificultad, intentó levantarse del suelo, pero la sangre que escurría por sus brazos, le resbalaba.

Los niños al verla, corrieron rápidamente hacia ella para ayudarla, o hacerla sentir mejor, pero in éxito alguno.

Hija... — susurró el azteca viendo aterrado esa situación, no podía más con eso, verla en cada momento de esa manera, era una tortura constante — ¿Y así querías que esté calmado?

... Sé que esto no es nada fácil Quetzal...

¡¿Cómo eres tan sangre fría para decir esto?! ¡No la vez Inti! ¡La torturaron hasta el MALDITO desmayo! ¡¿Y por qué?! ¡Porque al imbécil del Rey se le dio la maldita gana! ¡Ni siquiera tuvo una razón para hacerlo! ¡¡Y a nosotros nos llamaban salvajes!!

Ojos de Oro - RusperWhere stories live. Discover now