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Un espejo de longitud corporal te mira a ti y a Jill, mostrándote a ambas sentadas en el suelo, contigo entre las piernas de Jill.
No estás segura de cómo terminaste allí, junto a ti gimiendo en su cuello mientras te toca, pero no lo piensas mucho.
"Ojos en el espejo, muñeca". Tiene ese tono condescendiente, como si te hubieras vuelto estúpida solo por sus dedos delgados pero calculadores curvándose dentro de ti. Aunque ella no se equivocaría.
Los ojos vuelven al espejo y no puedes soportar ver tu estado desaliñado. Tus piernas están levantadas y abiertas de par en par, brindando una vista clara de tu coño y sus dedos entrando y saliendo lentamente de ti.
"Jill-" Estás agarrando sus muslos con tus uñas clavándose en la piel, mordiéndote los labios para sofocar tus ruidos llenos de placer.
En respuesta a tu súplica, ella solo retira su mano del interior de tu coño y se mueve para frotar tu clítoris hacia arriba y hacia abajo y pellizcarlo, y no puedes evitar contraerte cada vez.
Un beso rápido cae en tu mejilla, luego en tu mandíbula y luego en tu cuello. No pasa mucho tiempo hasta que gritas mientras ella te muerde el cuello, y ya hay una marca floreciendo en tu piel. "Qué bonita", murmura en tu piel mientras besa la piel ahora manchada. "Muy buena conmigo también".
Su mano libre juguetea con tus senos, ocasionalmente roza tus pezones mientras frota círculos lentos pero apretados en tu clítoris.
Es increíblemente bueno, los jadeos y gemidos que resuenan por toda la habitación desde tu boca son señal suficiente de ello. Ya te estás tensando porque puedes sentir que llega tu punto máximo.
