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Jill vio cómo tú y tu novio peleaban por tercera vez esa noche. Ella sacudió la cabeza con decepción cuando tu novio abandonó el bar enojado, mientras tú te sentabas en el taburete de la barra, borracha y confundida. Entonces decidió hacer algo: después de todo, no se puede dejar sola a una bella dama en un bar. Se deslizó en el taburete de la barra justo a tu lado. "Hey." Dijo Jill, tomando un sorbo de su bebida alcohólica. "Vi que tuviste una pelea con tu novio allí, ¿Estás bien?" Preguntó, mirando tu bonita cara.
"Sí ", susurraste. "Él está... simplemente está borracho." Oh, a Jill no le gustó eso. A ella no le gustó ni un poquito. "¿Por qué no vienes conmigo a mi apartamento?" sugirió Jill. "Sería mucho más seguro allí que aquí con estos asquerosos pervertidos." Jill te miró a los ojos. "Tal vez podamos llegar a conocernos. ¿Hacernos amigas?" Tu ceño fruncido, casi ciertamente se convirtió en una sonrisa ante el pensamiento.
"Bueno." Te reíste. Jill sonrió ante tu sonrisa. "Bueno." repitió Jill, antes de beber el último sorbo de su bebida.
Su apartamento no estaba muy lejos del bar. De hecho, fue una caminata de dos minutos (cuando estaba sobria).
Ella se paró frente a su puerta, girando sus llaves en la cerradura, mientras tu te apoyabas contra la pared, ignorando el hecho de que era un completo extraño el que la llevaba a su casa. Cuando Jill finalmente abrió la puerta, fuiste la primera en entrar. Era un apartamento bonito y acogedor. Es cierto que te quitaste los tacones y los colocaste junto a la puerta. "¿Y cómo te llamas?" Preguntó Jill, cerrando la puerta. Te volteaste para mirarla, " ____. ¿Qué hay de ti, extraña?" Jill se rió entre dientes.
