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Estabas jodidamente harta de los chicos de tu edad.
Adivinaste que así empezó todo esto. Harta de que los hombres adultos sigan actuando como estudiantes de secundaria. Harta de relaciones insatisfactorias, de sexo insatisfactorio, harta del ego masculino joven.
Siempre te habías enamorado de chicos mayores. Principalmente maestros, luego profesores, todos felizmente casados, por supuesto. Eso no significaba que no pudieras coquetear con ellos (y no significaba que ellos nunca respondieran). Pero eso es todo lo que podrían ser. Se enamora, se queda mirando demasiado tiempo durante las conferencias, charla después de clase. Sólo pequeños enamoramientos tontos.
No fue hasta los 20, cuando empezaste a salir más a bares y discotecas con amigos, que te diste cuenta de que estar con chicos mayores era una posibilidad real. Tal vez asumieron que eras mayor de lo que eras, tal vez les gustaban las chicas más jóvenes. Realmente no te importaba, era emocionante que finalmente te vieran como un igual, como una opción. De repente se te abrió una esfera completamente nueva del mercado sexual, una esfera que habías estado esperando durante mucho tiempo.
Todavía tenías que conectarte con alguno de los chicos mayores que conociste cuando estabas fuera. Principalmente disfrutaba del calor en sus miradas persistentes (las que no eran completamente depredadoras, por supuesto). A veces hablando, a veces besándose, pero terminó con eso. Te gustó el hecho de que estabas fuera de los límites en su mayor parte. Tal vez te entusiasmó el poder, quién diablos sabe.
