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"Qué diablos estabas pensando?"
Chris ladró, mostrando los dientes y los ojos brillando con una ira apenas contenida. Se acercó furioso a ti, con las manos apretadas alrededor de su rifle. Su pecho chocó contra el tuyo; algo normalmente tan tierno ahora es una clara muestra de dominio, que te respalda, te empuja a la sumisión. No se lo ibas a dar.
"Hice una llamada", respondiste bruscamente, con la barbilla sobresaliendo. Lo miraste con los ojos entrecerrados y empujaste tu pecho contra el suyo. Sólo avivó la ira que habías conseguido que cobrara vida con tu pequeño truco, y Chris bajó la cara. Viste las marcadas arrugas en las comisuras de sus ojos y observaste la forma en que se curvaba su labio superior.
