La primera clase.

834 35 11
                                    

Gabriel:
Los dias me estaban pesando más de lo que yo quisiera, encima House me ha dicho que él y Nicole se habían dado unfollow y que no lo había hecho antes porque la cosa estaba caliente, y como pensaba que ahora estaba todo más calmado se lo había clavado primero él.
-Lo siento, bro, pero es mejor alejarse de todo aquello que tenga que ver con Nicole.
Yo me eché a reír, este tío no sabía de lo que estaba hablando.
-¿Te olvidas de Marina?
Vi que House agachó la cabeza, y me dijo:
-Marina y yo ya no estamos juntos, hemos roto.
Oír aquello me sorprendió muchísimo porque nada parecía indicar que estuvieran mal, o tal vez era yo que vivía en mis mundos de yupi y no ponía nada de atención en los problemas que pudiera tener House con Marina.
-Lo siento muchísimo, hermano.
¿Por qué habéis roto?
-Porque siempre salíamos discutiendo por ti y por Nicole, al final ella es su amiga y yo me sentía en el medio y terminamos dejándolo.
Yo asentí con la cabeza, pero no me tocó de otra que apoyar a mí amigo.
El lunes por la noche me fui con Mariana a comernos una pizza y con las mismas nos fuimos para nuestras casas, así que cogimos un taxi y para mí sorpresa era el mismo taxista de las otras veces.
-¡Hombreeee, si es mi actor favorito!
Yo me eché a reír mientras que Mariana ni siquiera le dijo hola, yo sin embargo hablé con él de un montón de cosas y me soltó:
-Hace tiempo que no te veo con esa chica.
Yo fruncí el ceño, ¿a quien se refería?
-No entiendo ¿a quién te refieres?
-¡Ay, es que ahora no me acuerdo de su nombre!
Me acuerdo que era bonita, muy bonita.
Su pelo era castaño y sus ojos azules, en definitiva una preciosidad.
Yo sonreí tratando de apartar los malos pensamientos, no quería que él taxista pensara nada malo.
-Ah, te refieres a mí compañera Nicole Wallace.
Al taxista se le iluminaron los ojos, y me dijo:
-¡Esa! ¿Que es de ella?
-Hasta donde sé está fuera de España y no sé cuándo volverá.
El taxista me sonrió desde el espejo retrovisor, y me dijo:
-Me acuerdo que me dijiste que me pagabas más si te esperaba un poquito mientras que te la llevaste a un rincón, la pobre te miraba con ganas de asesinarte.
Una sonrisa involuntaria se me escapó de los labios al recordar lo que pasó en aquella noche, la acorrale contra la pared mientras nos iluminaba una farola y la acaricié por todas partes mientras que yo me pegaba puñetazos en el cerebro mentalmente porque ya no tenía acceso a su cuerpo.
¡Puta y jodida realidad! ¡Que le dieran por culo a todo!
Yo sacudí la cabeza tratando de despejar la mente de todo, y me di cuenta de cómo Mariana me estaba mirando extrañada.
-¿Te ocurre algo?
-Eh, no, no te preocupes.
Cuando llegamos a su casa me despedí de ella dándole un beso en la boca, mientras que el taxista me miró negando con la cabeza.
Cuando Mariana salió del coche y cerró la puerta yo seguí dentro del taxi hasta que llegó a mi barrio, y una vez allí pagué la carrera al taxista, pero antes de que yo me fuera me dijo:
-Me gustaba más la otra que esta que te has conseguido, pero eso ya es cosa tuya, muchacho.
Yo le sonreí, y le dije:
-¿Te cuento un secreto?
A mí también.
Y me fui hacia mí portal guiñándole un ojo.
Cuando entré en mi casa mi móvil empezó a sonar como un loco, era House.
-Dime, House.
-La Wallace ya está en España, así que seguramente mañana la verás ya que me dijiste que le daríais clases a una fan.
¡Suerte, Bro!
Escuchar a House decir que Nicole estaba ya en España sentí un escalofrío que me tuve hasta que sentar, ni yo mismo estaba dando crédito ante mi reacción al saber que ya estaba en España.
Y mañana la vería, la vería otra vez.
¿Le habrán salido nuevas pecas?
¿Sus morritos se seguirán frunciendo en un puchero cuando se cabreaba?
¿Sus ojitos seguían brillando como antes como cuando me miraban? ¡Joder! ¡Ya basta!
Esto es increíble, que aún no la había visto y mi cuerpo me atraía a ella como un jodido imán.
¿Que me has hecho, niña?
¡Que puta mierda!
Al siguiente día llegué a las oficinas de domingo ya que me había llamado en esa mañana para decirme que hoy empezaban las clases, y la verdad es que estaba acojonado.
Una vez dentro de su despacho me senté frente a él como me había pedido que hiciera, pero los nervios podían conmigo y pegaba golpecitos en el suelo con mi zapatilla.
-Necesito que te salgas de aquí un momento, Nicole está en las oficinas.
Las manos me empezaron a sudar, y me maldije a mi mismo por el jodido control que ella aún tenía sobre mi.
Nicole:
En cuanto aterricé en España lo primero que hice fue ir a ver a mí hermana que me estaba esperando en su casa, la echaba muchísimo de menos y ella a mí también.
Estábamos las dos poniéndonos al día cuando el móvil me empezó a sonar, así que fui corriendo a por mí bolso y me saqué el móvil.
-Domingo, ¿que tal?
-Bien, ¿y tú?
-También.
Pero, ¿pasa algo?
-En realidad, si.
¿Crees que puedes pasarte por mi oficina?
-Si, claro. En diez minutos estoy ahí.
Mi hermana me miró preguntándome que estaba pasando, así que cuando colgué le dije:
-Domingo tiene algo que decirme, pero no sé el qué.
Cogí mi chaqueta y mi bolso y salí pitando de allí, necesitaba saber qué me tenía que decir Domingo.
Una vez dentro de su oficina la secretaria me llevó hacia su despacho.
-Nicole, ¡que guapa estás!
Como se nota que estados unidos te ha sentado muy bien.
Yo sonreí a Domingo, pero me tenía muy nerviosa lo que me tenía que decir.
-¡Muchísimas gracias!
Pero, ¿me puedes decir que pasa? Es que estoy muy nerviosa.
Domingo me sonrió e incluso vi que lo hizo con diversión, yo definitivamente no estaba entendiendo nada.
-Tiene que ver con Gabriel y contigo.
El semblante de mi cara cambió completamente, pasó de estar llena de dudas y de nerviosismo a poner una cara que se me cayó al suelo.
-¿De que cojones hablas, Domingo?
Domingo juntó sus manos y entrelazó sus dedos para después mirarme y sonreír aún más, y me soltó:
-Gabi y tú vais a impartir clases de arte dramático.
Yo me levanté de la silla llena de furia, mi coraje me subía por el cuerpo como una llamarada de fuego haciéndome temblar.
¡No puede ser!
-¿Que nosotros qué? Tú no puedes hacerme esto, Domingo.
Además, nosotros no sabemos dar clases de arte dramático, ¡por dios!
Cuando Domingo me iba a contestar escuché cómo la puerta del despacho se abría y como después se cerraba tras mi espalda, y una conocida voz me dijo:
-Tranquila, pucheritos, que yo estoy igual que tú.
Cuando me di la vuelta vi a Gabriel con la misma sonrisa de siempre, y aunque me miraba de una manera completamente distinta a otras veces me dí cuenta de que todavía lo afectaba.
Vi como tragaba saliva y después remplazó su sonrisa por una mirada más sería, e ignorándome completamente le dijo a Domingo:
-Yo voy a dar esas clases y voy a demostrar que a pesar de todo soy un profesional, no sé lo que diga mi compañera pero puedes contar conmigo.
Yo empecé a reírme por lo bajo, si él quería competir conmigo pues yo estaba más que dispuesta a jugar a este maldito juego.
-¡Muy bien! Pues demos esas clases, yo también acepto.
Gabriel me miró a la cara, pero su mirada fue cayendo poco a poco hacia mí boca fijando su mirada por unos cuantos segundos para después mirarme directamente a los ojos.
-Estupendo, pucheritos.
Escucharle llamarme pucheritos me daban ganas de darle una patada, pero me contuve.
-Me llamo Nicole.
Gabriel se acercó peligrosamente a mí, tanto así que nuestras bocas casi se besan.
-¿Ah, sí?
Yo tragué saliva, tenerlo así de cerca mientras olía su perfume me desestabilizó por completo, pero yo no dejé que su mirada inquisidora me retara, por lo que lo miré directamente a la cara y le dije:
-¡Si!
Gabriel empezó a sonreírme divertido y vi como inspiraba aire por la nariz, se estaba controlando y la verdad es que lo estaba haciendo muy bien.
Por el rabillo del ojo observé como Domingo observaba la escena sonriendo y de brazos cruzados, se lo estaba pasando muy bien a nuestra costa y yo simplemente quería borrarle la diversión de un manotazo.
Gabriel:
Verla echar espuma por la boca mientras le salía humo por los oídos fue un placer para mí, ¿no quería guerra? ¡Pues toma guerra! ¡Ahora lo asumes, bonita!
-Está bien, lo haré.
Y mi cuerpo sintió una vibración que me hizo temblar, por estúpido que pareciera estaba muy contento, demasiado contento para mí gusto.
¡Pero, eh, echa el freno, moreno!
¿En donde coño me estaba metiendo? ¿De verdad aguantaría yo esto?
El tenerla cerca iba a ser una tortura, ¡jodeeeeeerrrr!
-Bien, esta es la actitud que yo buscaba por parte de los dos.
Y ahora venir que os voy a presentar a Alicia, es encantadora y además, os ama con locura.
Nicole ni siquiera sonrió, simplemente siguió mis pasos y los del director.
Cuando nos metió en una especie clase había una chica de unos dieciséis años sentada en una butaca, llevaba un cuaderno y boli en su mano derecha mientras que miraba para el frente sin darse cuenta de que nosotros estábamos allí.
-Alicia.
La chica se dió la vuelta y sus ojos azules se iluminaron al vernos, incluso vi que se le escapaba una lagrimita.
Sorpresivamente vi que Nicole le sonrió, y le dijo:
-Yo a ti te conozco, alguna vez nos hemos echado una foto juntas.
Alicia sonrió aún más y se abrazó con Nicole para después abrazarme a mí.
Y si, Domingo tenía razón, es encantadora.
Un rato después Domingo salió de la clase y Nicole y yo nos pusimos frente a Alicia que nos miraba con entusiasmo, y cuando Nicole fue a hablar yo me adelanté y terminamos diciendo a la vez:
-¿Estás contenta, Alicia?
Nicole me miró con ganas de pegarme, sabía perfectamente que yo lo había hecho aposta con tal de fastidiarla.
-¡Cállate!
Y yo me eché a reír, Alicia mordía su lápiz mientras observaba como los protagonistas de su saga favorita se llevaban tan bien como nosotros, ante todo el ejemplo que estábamos dando.
Y ahí fue cuando me permito fijarme en ella, no lo pude evitar.
Y si, le habían salido nuevas pecas, sus ojos seguían tan azules y resplandecientes como siempre; y sus morritos, esos morritos que me volvían loco de una manera que me hacían saltar en el sitio.
-Gabriel, te estoy hablando.
Ni siquiera escuché lo que me estaba diciendo, y le dije:
-Perdón. ¿Me decías?
Nicole resopló, después me miró y me contestó de mala gana:
-Decía que quién empieza primero, ¿si tú o yo?
-Venga empiezo yo.
Cogí un rotulador especial para la pizarra y empecé a escribir, pero sobre todo lo hice con todas las intenciones del mundo en sacar de quicio a Nicole.
-Bien, Alicia.
Vamos a hablar de la profesionalidad, esa profesionalidad que tenemos que tener todos los actores y actrices de este mundo del espectáculo, ya sabes.
Vi que Nicole me miraba con sus pupilas dilatándose mientras que resoplaba, y mi sonrisa se fue ensanchando más y más.
-Como seguía diciendo, Alicia:
La profesionalidad siempre tiene que venir por nuestra parte, pero sobre todo cuando sigues a tu compañero en las redes sociales ya que jamás debes dar a entender que pasa algo más que una simple amistad o una relación laboral.
Nicole empezó a dar golpecitos contra el suelo, la impaciencia y las ganas que tenía por pegarme se iban haciendo cada vez más y más evidente.
Y mi sonrisa se volvió a ensanchar, esto era adictivo como toda ella.
¡Céntrate, Guevara!
-Y si, mi compañero tiene toda la razón; pero, ya que damos a entender justo lo contrario a lo que queremos demostrar, hay que esperar a que acaben las grabaciones de dicha saga para dejarse de seguir en las redes sociales en vez de meter a gente que nada tiene que ver en nuestros líos personales.
Alicia no sabía en donde meterse y la tensión se podía cortar con un cuchillo, pero a la vez vi que la situación de alguna manera le divertía.
¡Genial!
-Entonces vosotros dos sois el claro ejemplo de lo que no hay que hacer, ¿verdad?
Nicole hizo un amago de una sonrisa, pero se contuvo.
Yo sin embargo si me reí porque esta niña tenía razón, éramos el claro ejemplo de lo que no había que hacer.
Un rato después Alicia se despidió de nosotros y se fue, y antes de que Nicole hiciese lo mismo la cogí del brazo y la introduje de nuevo en la clase.
-¿A donde crees que vas?
Nicole me miró frunciendo el ceño, y me contestó:
-¿Y a ti que te importa?
Buena pregunta, pero lo cierto es que si que me importaba:
-Solo quiero que por el bien de las clases intentemos llevarnos bien.
Vi que una sonrisa apareció por su cara, ¡Dioooos, ayúdame!
Y me soltó:
-No pienso fingir que me caes bien, Guevara.
El descontrol se apoderó de mi cuerpo y de mi mente, las cosas se estaban yendo de madre.
Y yo sin poder evitarlo puse mis dos manos a cada lado de su cabeza acorralandola contra la puerta de la clase, quería tenerla para mi un poquito más.
Sus pupilas se dilataron de un momento a otro, para después fijarse en mi boca.
Su respiración era cada vez más y más irregular, ¿y si me la como? ¿que podría pasar?
-¿Te afecta?
Nicole me miró directamente a los ojos que tenían una especie de brillo, y me contestó:
-¡No! Y ahora ¡apártate!
Yo me acerqué todavía más, mi proximidad le afectaba tanto que hasta estaba temblando.
-¿Y si no quiero?
La tensión del ambiente era cada vez más fuerte, y yo me moría por caer de nuevo en la tentación que tenía frente a mis ojos.
Nuestras frentes estaban prácticamente chocándose, y me contestó:
-Pues gritaré.
Una sonrisa de lado se asomó por mi cara, y para sacarla aún más de quicio le contesté:
-Aún recuerdo cuando gritabas mi nombre y me decías: "Gabi, no pares, sigue"
Ahora la que sonrió de lado fue ella, era obvio que también lo recordaba.
-Cariño, no te tortures con cosas que ya no van a volver a pasar.
Sentía su aliento sobre mi boca al igual que ella sentía el mío, y una especie de calor nos inundó a los dos.
-¿Estás segura?
Cuando me fue a contestar llamaron a la puerta haciendo que toda esta situación se evaporara en un segundo.

Resiliencia 2Where stories live. Discover now