Uno A Uno.

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Gabriel:
Ismael me miró confundido, lo único que yo sabía era que le iba a hacer ver a Nicole que podría estar con otra sin quererla.
-¿A que te refieres, Gabi?
-Me refiero a que lo mío con Nicole no tiene solución, no la tiene.
Ismael se sentó en el sofá de cuero negro, y de inmediato se encendió otro cigarro.
-Sinceramente, Gabriel, no te entiendo.
Yo me senté frente a él y me encendí un cigarro, y le solté:
-Tengo que superarlo, Isma.
Tengo que mirar por mí, y ahora mismo Mariana me da lo que necesito.
Ismael negó con la cabeza, no entendía ni pío.
-Lo siento, Bro, pero sigo sin poder entenderte.
Pero tú sabrás lo que haces, yo mejor me voy porque mi novia se va a Bali y quiero despedirme de ella.
Vi como Ismael se fue con desgana, como si estuviera de muy bajo de ánimos y yo no podía hacer nada por él.
Justo en ese momento mi móvil empezó a sonar, era Mariana, pero ignoré la llamada porque sabía perfectamente que íbamos a discutir y yo no tenía ganas de discutir con nadie.
Cuando el móvil dejó de sonar solté todo el aire aliviado, pero esa sensación de alivio me duró muy poco porque el móvil empezó a sonar otra vez y yo me volví loco, no podía mas.
Así que, sin mirar la pantalla me puse el altavoz de mi iPhone en la oreja y contesté de muy malas maneras.
-Mariana, ¿es que vas a quemarme el móvil o qué?
Pero la voz que me contestó no era la de Mariana, si no la de Nicole.
-¿Problemas en el paraíso?
Y una sonrisa involuntaria se escapó de mi boca, ¿como era posible que mi cuerpo reaccionara de esa manera ante cualquier gesto de ella?
Porque era abrír la boca y ponerme en tensión, y sinceramente pienso que nunca podré desprenderme de ella, jamás.
-No, ningún problema.
¿Que tal la resaca?
Nicole resopló, sabía que cuando ella estaba con resaca se ponía de muy mal humor.
-Por eso te llamaba, porque no me acuerdo de absolutamente nada de lo que pasó anoche.
Lo sabía, sabía que al siguiente día ella no recordaría absolutamente nada.
Pero yo decidí picarla un poco, me divertía sacarla de sus casillas.
-Asi que, no te acuerdas, ¿eh?
Que mala suerte tienes, Pecas.
Oí como Nicole resoplaba detrás de la línea, y yo me moría por verla con sus morritos haciendo un puchero.
-Gabriel, esto es serio.
No me acuerdo de absolutamente nada, y tampoco me acuerdo de que te dije o no.
Yo si, yo si que me acuerdo de todo lo que me había dicho.
Me dijo que me quería, me dijo que estaba celosa de verme con Mariana, me dijo que se había emborrachado por mí culpa; y también quería follar conmigo, pero estaba muy borracha.
-Pues hicimos una apuesta, la verdad es que era una apuesta bastante tentadora.
Cabrón, eres un cabrón, Gabriel.
-¿Que apuesta?
Me preguntó ella dudosa, y yo envalentonado porque me estaba saliendo con la mía, le dije:
-Pues apostamos a ver quién era peor, si tú o yo.
Nicole se echó a reír, esa risa tan contagiosa que me volvía loco.
-Pues es obvio, Guevara, tú.
Yo sonreí aún más, sentía que me dolía la cara de tanto sonreír.
Esta chica me hacía muy feliz, demasiado feliz.
Y aunque muchísimas veces me quitaba la vida, también me la daba.
-¿Estás segura, Pucheritos?
La risa de Nicole se paró en seco, pero es que a mí me encantaba llamarla así.
-Odio ese apelativo, pucheritos.
-¿No es eso lo que eres, Pucheritos?
-¡Me desesperas, gilipollas!
Justo en ese momento el timbre de mi casa empezó a sonar, así que aún con el móvil en la oreja abrí la puerta.
Cuando abrí me encontré con Mariana con una cara de los mil demonios, y entró sin que yo la invitara a pasar.
-Tú y yo tenemos que hablar, Gabriel. ¡Ya!
Oí como Nicole resoplaba al otro lado de la línea, y me soltó:
-¡Dios, que voz de pito tiene la animalica esa que te has encontrado!
Y me reí, si, lo hice.
Mariana me miró frunciendo el ceño, pero antes de colgar necesitaba saber si Nicole aceptaba la apuesta.
-Entonces que, ¿apostamos o no?
-¡Hecho!
BIIEN, ESA ERA LA RESPUESTA QUE NECESITABA.
La iba a cabrear tanto que eso haría que ella viniera en mi busca, simplemente tenía que tocarle muchísimo las narices para conseguirlo.
-Perfecto.
-Adiós, Guevara.
Y yo me moría por decirle, "adiós, Pucheritos"
Pero con Mariana mirándome con ganas de matarme no podía, así que simplemente le dije:
-Adiós, reina.
Cuando la colgué me metí el IPhone en mi bolsillo, y me preparé para la regañina de Mariana.
-¿Tú te crees que está bien lo que me hiciste anoche? Gabriel, me dejaste sola en la casa de tu madre donde no conocía a nadie.
Yo asentí, así que me inventé una historia que por lo menos para mí era creíble.
-Perdóname, Mariana, es que un amigo mío había tenido un problema con la policía y tuve que ir a sacarlo del calabozo.
Lo siento, no volverá a ocurrir.
María a suavizó su semblante, y dejando su bolso en el sofá se acercó a mí y me dió un beso en la boca, era una zalamera.
-¿Me perdonas, pastelito?
¿Pastelito? ¿En serio, Gabriel?
Vi como House entraba por la puerta de casa y hacia como vomitar metiéndose los dedos en la boca, será perro.
-Claro que te perdono, yo solo quiero que esto salga bien.
Yo asentí, y vi como House nos hacia burla tras la espalda de Mariana, haciendo gestos con la boca y con las manos.
Cuando Mariana se dió cuenta de que él estaba detrás de ella se dió la vuelta para saludarlo, aunque a House cada día se le notaba más lo mal que ella le caía.
-¡Hola, House!
House enarcó ambas cejas, y le dijo hola simplemente con la mano.
Y sin decir nada más se metió en su habitación cerrando la puerta tras su espalda, y Mariana me dijo:
-No le caigo bien, y se nota.
Yo negué con la cabeza quitándole hierro al asunto.
-No, eso no es así.
Simplemente que no te conoce, pero tú dale tiempo.
Mariana sonrió irónicamente, era obvio que ella tampoco se lo creía.
-Gabi, eso no es verdad y lo sabes.
Pero bueno, polvoróncito, lo importante es que nos vamos a ir a Oviedo.
¡Mierda, Oviedo! Se me había olvidado por completo.
-Eh, si, claro que sí. Pero, primero tenemos el cumpleaños de mi madre, ¿vale?
Vi como Mariana asentía sin ninguna gana, no las tenía.
Nicole:
Me había venido a Lanzarote con Marina porque necesitaba desconectar, ¿y que mejor que venirse a la playa? 
Estuvimos por varios días, pero en uno de esos días me cabreé de tal manera en que lo terminé pagando con un cantante argentino pensando en que le había robado la canción a Marina.
Y todo fue porque vi las fotos del cumpleaños de Marlene, y ahí estaba ella con su cara de amargada junto con mi... con Gabriel.
Me reventaba muchísimo verlo con ella, ¿pero no era lo que tú querías, Wallace?
Ahora te aguantas, ¿no?
Me senté en uno de los sillones de aquella villa, y me crucé de brazos más cabreada que una mona.
Justo en ese momento entró Marina junto con Eva, y las dos me preguntaron que me pasaba.
-Nada, tranquilas, todo está bien.
¿Nos vamos de fiesta?
Y así fue, nos fuimos de fiesta a una discoteca cercana y nos dimos la juerga de nuestra vida.
Estaba esperando para entrar en el baño y yo no pude evitar llamar a Gabriel, tenía que decirle hasta de lo que se iba a morir.
Gabriel me contestó en el primer timbrazo, y le dije:
-¡Cabrón!
Gabriel empezó a reírse, el muy perro se lo estaba pasando de puta madre a mi costa.
-Te lo dije, Pecas.
Yo negué con la cabeza con todo el coraje que me cabía en el cuerpo, y le solté:
-Te la voy a devolver como que me llamo Nicole Wallace Del Barrio, eso te lo juro.
Y le colgué sin darle tiempo a contestarme, no quería escucharle decirme nada más.
Un rato después me metí en la pista de baile con un chico, los dos nos pavoneamos por toda la pista bailando al compás de la canción.
Y sin pensármelo dos veces lo besé echándome una foto donde se veía claramente nuestras bocas juntándose, y cuando me separé de él le envié la foto a Gabriel donde ponía: "uno a uno"

Resiliencia 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora