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DREW SMITH

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DREW SMITH

—¿Me recuerdan porque accedí a almorzar con ustedes? —pregunto cuando dejo mi celular sobre la mesa y luego tomo asiento—. Tengo una hora, luego debo ir a una reunión.

—¿Por qué somos tus hermanas y nos amas? —Kim me mira obvia.

—Drew, eres el jefe, la empresa no morirá si mandas a alguien más a la reunión.

—¿Y como puedo asegurarme de que las cosas salgan bien? —suspiro—. ¿ya ordenaron?

—Te pedimos una ensalada y un jugo natural, sabemos que no podemos afectar la dieta de Drew Smith.

—Muy graciosa Kimberly—la observo—. No es una dieta, solo no quiero morir por comer chatarra.

—¿Por qué eres asi? ¿es porque eres el menor? ¿es por que tenemos veinte años de diferencia?

—Ya recuerdo porque nunca les hago espacio en mi agenda—suspiro—. No vamos a juzgar a nuestra madre por decidir tenerme cuando ustedes ya eran unas ancianas.

En la familia nunca solemos hablar de eso, no porque fuera un problema, era demasiado difícil explicar que tenia casi la misma edad de mis sobrinos y que en mi adolescencia creían que mi hermana era mi madre y no porque mi madre se vea mayor, al contrario para su edad está muy bien, pero cuando yo nací Kim tenia Veintiún años y Kim tenia diecisiete, un año después nació el primer hijo de Karol, Neal, asi que básicamente crecí jugando con el y con Alejandra que llego un par de años después, es por eso que ninguno de mis sobrinos me llama tío.

Era un Lio genealógico, pero funcionaba.

—Por cierto, ¿Cómo esta Maya?

—No lo sé, escríbele, seguro tiene redes sociales.

—Bien—Karol deja su teléfono y me mira fijamente—. Esta bien todo el rollo de que esta relación sea falsa, pero la chica es linda, carismática y le cayo bien a mamá y tu eres su príncipe, que una chica que anda cerca de ti le caiga bien es un milagro.

—Si, pero Maya y yo somos incompatibles, ella es un desorden, es un caos completo, agota mi paciencia.

—El domingo cuando Alex se acercaba mucho a ella no parecía que te molestara Maya, más bien el...—Menciona Kim.

—Exacto, ella agota mi paciencia.

—Es preciosa—Karol sonríe estando de acuerdo con Kim—. Si ella fuera a ser mi cuñada yo sería feliz.

—¿Acaso me pidieron venir para hablar de Maya? Podrían haber almorzado con ella.

—¿Cómo fue que no lo pensamos? —Karol voltea a ver a mi hermana y ambas estallan en risas, dios mío, yo solo quería hermanas normales.

—Bien, ya no hablaremos de Maya, ¿Cómo va el trabajo?

—Bien, ya no hablaremos de Maya, ¿Cómo va el trabajo?

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Adicto a MayaOnde histórias criam vida. Descubra agora