Constante

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Esta vez, no hubo nadie que lo sostuviera cuando desfalleció por el dolor, tampoco cuando despertó por el mismo para aguantar los últimos cincuenta golpes antes de caer al piso.

–Queda finalizado el castigo de hoy– fue lo último que escuchó, junto con los pasos cansados de aquellos ancianos al marcharse, antes de desmayarse por completo.

Despertó al día siguiente en la enfermería de nuevo, el doctor lo había estado buscando por el tratamiento cuando lo encontró tirado en el patio, menos mal nadie aparte de él parece haberlo visto, los demás estaban ocupados con tareas fuera de la secta y por eso no había muchos discípulos.

–Esto se ve terrible– musitó Ming con dolor impregnado en su voz mientras cambiaba sus vendas. –No es nada,estar– un quejido de dolor detuvo su hablar.

–¡Lo siento!, intentaré que duela menos– dijo inmediatamente con arrepentimiento, lo último que quería hacer era lastimarlo más.

–No te preocupes, es tu trabajo, es culpa de mi cuerpo por no aguantar–.

– ¿De qué diablos hablas? Tus heridas seguían abiertas y tenías cortes y moretones por todos lados, nadie aguantaría tanto– dijo sin pensarlo mucho, –lo siento, fue irrespetuoso de mi parte–.

–Hey, estás curando mis heridas, somos amigos ahora, puedes tratarme como quieras, aparte, parece que nos veremos mucho más seguido– lo último parecía casi un susurro.

–¿Aún no terminan? Pensé que había sido suficiente– dijo el doctor con un deje de preocupación.

–Tengo el presentimiento de que falta mucho–.

°•°
Y Wei Ying no se equivocaba, durante una semana y media lo golpearon, sin tener ningún estima o siquiera compasión por él, lo único que le daba un respiro eran las tardes en la enfermería, ya que lo golpeaban en las mañanas y lo iban a sacar en las madrugadas.

Había perdido la cuenta de las veces que se había desmayado del dolor, sus labios estaban rotos de lo fuerte que los había mordido para no gritar.

Se habían tomado la molestia de cambiar el lugar del castigo para pasar desapercibido para los demás, lo menos que podría hacer es mantener silencio.

Cuando despertaba estaba el doctor Hui o el pequeño Ming tratando sus heridas, ellos se encargaban de recoger su cuerpo inconsciente y maltratado y llevarlo a la enfermería para curarlo.

Ya no tenía un cuarto, no había visto a nadie conocido y sobre todo, Lan Zhan no había aparecido para nada, en estos momentos, no le importaba que lo mirara con desprecio, solo quería verlo, solo quería que estuviera cerca de él aunque sea un poco, porque su indiferencia era lo que más lo lastimaba.

¡Basta!Where stories live. Discover now