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Y así fue, durante el resto de la semana los dos Juniors lo iban a visitar a la enfermería, sin embargo, su estado iba en picada, lo notaban, y ellos cada vez estaban más preocupados.

No podía preguntar a alguien más por miedo a represalias y porque se lo habían prometido a su maestro, quien desesperadamente se los pidió.

Pero, el domingo de la semana siguiente fueron notificados junto a todos los juniors que tenían que reunirse el lunes por la mañana en el patio trasero.

En la mañana del lunes había una serie de personas reunidas, todos tenían la incógnita del porqué de esta reunión.

Sus dudas se fueron abajo cuando vieron llegar a un deplorable Wei Ying siendo casi arrastrado por uno de los seguidores de los abuelos de la secta y los mismos atrás de ellos.

–Hoy los hemos reunido para que sean espectadores de la justicia, Wei Wuxian, quién ha cometido crímenes atroces ahora será castigado–, todos estaban estupefactos por esas palabras.

–Será sometido a 300 azotes, nadie tiene permitido interferir, y todos deben observar para que tengan presente cómo se debe pagar– acomodaron a Wei Ying para que esté listo.

Decir que los dos juniors estaban horrorizados era poco, ¿esto era lo que estaba pasando durante todo este tiempo?, y nadie sabía de esto a juzgar por sus expresiones, ¿su maestro había soportado todo esto?, ¿donde estaba Hanguang-Jun para protegerlo?

Los azotes iniciaron, y a pesar de que Wei Ying luchaba por mantenerse firme, su cuerpo no duró mucho y se dobló, sin embargo eso no los hizo detenerse, en el momento en el que el joven terminó botando sangre de la boca varios apartaron la mirada, era horrible.

Shizui y Jingyi que no podían creer lo que estaban viendo, estaban congelados, esto no podía estar pasando, –basta, ya no puede mantenerse– la voz de Jingyi tembló, –esto no es correcto–, intentó acercarse, pero lo detuvieron, –¡déjenme pasar!–, intentó luchar.

Shizui también lo intentó, estaban inquietos, hasta que frente suyo apareció Hanguang-Jun, pero no los miró, él también los detuvo, –deben dejar que esto se haga– mientras miraba la escena.

No entendían, ¿no lo iba a detener?, él, ¿solo miraría?, –deténganse, deténganse– repetía Jingyi en su puesto mientras seguía mirando, sus ojos picaban y su vista empezaba a estar borrosa por las lágrimas que amenazaban por salir.

–Basta, ¡no!, ¡déjenlo!– gritó Shizui, no podía soportarlo, su maestro se había desmayado tantas veces y aún no se detenían, –¡déjenlo!– intentó acercarse pero Hanguang-Jun lo detuvo y los golpes parecían aumentar su fuerza.

–¡No!– se detuvo por la mirada de Hanguang-Jun, las lágrimas empezaban a correr por su rostro manchando la hermosa piel a su paso.

Shizui y Jingyi solo podían llorar en silencio mientras veían lo que pasaba, otros también parecían hacerlo, en el ambiente solo se sentía la impotencia y el dolor, esto era demasiado, ese era el pensamiento colectivo.

Cuando el castigo finalizó solo se retiraron dejando en el piso al joven herido. Los dos juniors fueron los primeros en correr hacia el cuerpo inerte, otros también se acercaron a ayudar, entre todos lo llevaron a la enfermería, las túnicas blancas se manchaban con el rojo saliente del pequeño cuerpo.

Al llegar a la enfermería cerraron el paso a todos mientras lo atendían, y solo les tocó esperar noticias de cómo estaba, aquel que, de un momento a otro, se habían convertido en objetivo cruel de un castigo abrumador.

¡Basta!Where stories live. Discover now