Emilio Osorio es un alfa que siempre se escapa al parque de sus obligaciones de su empresa para ver al lindo Omega que siempre está en los columpios.
El omega cuyo nombre es Joaquín, además de sus lindos ojos color miel y el delicioso olor a mandari...
Mostró sus dientes cuándo un beta se acercó. El chico retrocedió temeroso.
"Por favor, salga del lugar." - Gruñó al oírlo, su vista se volvió al Omega, quién estaba quieto.
"¿A-alfa?" - El Omega habló removiéndose en su lugar. Sentía una extraña comezón en sus manos por tocar al Omega. Los bellos ojos del Omega mostraban gran confusión y cierto miedo en ellos. Emilio respiró hondo, tratando de encontrar el olor, pero frunció su nariz cuándo olió otros aromas que no provenían del Omega frente de él.
Frunció el entrecejo y tomó su chamarra y el brazo del Omega obligándolo a levantarse del asiento. El Omega no se quejó cuándo comenzó a arrastrarlo hacía la salida. Todos los observaban. Los alfas a la defensiva y los Omegas temerosos y otros con sumisión al verlo, los betas sin interés alguno.
"¿Te lastimé?" - Emilio pregunta una vez soltando el brazo del Omega, deteniéndose a un lado de su auto. Joaquín niega con la cabeza. - "Necesito llamar a Eduardo para que te lleve a tu casa." - Emilio habla consigo mismo, obligándose a no tomar al Omega ahí. Su lobo gruñe y rasguña en su interior cuándo no hace lo pedido.
Una vez más intenta encontrar el olor del Omega, pero nada. - "Ven aquí." - Extiende su mano para que el Omega lo tome y lo atrae en un abrazo. Su nariz vaga por el cabello del Omega. Oliendo un leve olor. El Omega se remueve en sus brazos soltando un jadeo. - "Mierda, que me encantaría tocarte de todas las manera posibles, pero voy a cortejarte, así que no es posible." - Dijo entre gruñidos.
"Hazlo." - El Omega gimió, abrazado al alfa. - "Hazlo, no me importa el cortejo, soy tuyo desde que te ví en esa banca. Déjame ayudarte, por favor."
"Te estás dejando llevar por mi olor, pequeño Omega." - Se alejó de él lo suficiente para verlo al rostro, aún si soltarlo.
"No, no, no. Quiero, quiero ayudarte. Vamos." - Sus instintos se alteraron cuándo el Omega gimió más alto al pegarse a él. - "Hazlo ó me iré con Mauricio y tendré sexo con él..."
Emilio gruñó fuerte y el chico en sus brazos tembló. - "Nunca menciones el nombre de otro alfa. No te irás con él. Te dije que llamaré a Eduardo y oh..." - Dejó de hablar cuándo lo olió, olió el olor del Omega, ese olor dulzón a mandarinas que llevaba, pudo oler lo húmedo que está, lo excitado que el Omega estaba. - "Oh, joder. Hueles... Eres la tentación, una tentación pura."
"Déjame ayudarte... ¿Por favor?"
"Omega..." Gruñó molesto. - "Sube al auto."
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Emilio sacó a todos de la casa con un gruñido, nadie se atrevió a mirarlo, tampoco miraban al Omega que venía con él. Todos salieron despavoridos.
