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— Estás esperando un hijo, no puedes comer cualquier cosa. — dijo rápidamente como si se tratara de un tema normal.

— ¿Q-qué? — esa información le había caído como un balde de agua fría, ahí los omegas tenían prohibido quedar embarazados y si lo hacían desaparecían del lugar y no los volvían a ver nunca.

— No te lo voy a volver a repetir. — lo alzó con uno de sus brazos para que se parara. — Desde ahora en adelante dormirás en un cuarto tú solo y tendrás tres comidas diarias. El alfa que hizo esto va a pagar por todo con tal de que tú no lo contactes después del nacimiento. — esa solo era una vil y estúpida excusa para que Félix cayera en su telaraña.

— ...¿P-puedo abortar? Es más fácil y perderías menos dinero... yo tampoco sé cómo cuidar a un bebé y sería mucho cargo, no quiero que alguien inocente sufra por mi culpa, nunca me perdonaría si alguien lo llega a tocar.

— Ni siquiera se te ocurra eso. Estoy siendo bueno contigo, se agradecido por lo menos una vez en tu vida. Aprovecha lo que tienes antes de que lo pierdas. — terminó diciendo mientras empezaba a caminar y el menor lo seguía con la cabeza gacha.

Muchas cosas pasaron por su cabeza cuando recibió una nueva habitación, era tan pequeña como un armario, pero era todo lo que necesitaba. Tenía una diminuta cama, una mesita de noche y una lámpara, realmente no necesitaba nada más, ya que no tenía ninguna pertenecía además de un par de prendas de ropa y algunos libros que conservaba después de haberlos leído y releído cientos de veces.

La noche se adueñaba de la habitación y lo único que lo alumbraba era la luna menguante, no podía dormir, tenía una extraña sensación recorriendo por su pecho.

Alzó con algo de miedo su pijama para descubrir que su estómago estaba igual de plano como recordaba, pero eso no le impidió pasar su mano por la superficie mientras sus mejillas se ponían de un color rosado pálido y en sus labios se formaba una pequeña sonrisa.

Le costaba creer que una vida estaba creciendo dentro de él, había leído algo como eso hace tiempo y relataba que era un milagro del cielo, y en ese momento él realmente no lo entendía, pero se imaginó brevemente a él cargando a un pequeño bebé llorón envuelto en sábanas mientas veían el atardecer, eso hizo que su corazón tan destrozado empezará a latir con emoción.

Pero claro, para poder lograr eso no podía quedarse ahí. Desde ese momento esa ilusión de poder ser llamado papá por alguien así de pequeño le devolvió la fe en que podría ser feliz algún día.

Que ingenuidad la suya.

Pero en realidad su vida empezó a tener un poco de luz entre tanta sombra. Los cuatro primeros meses de gestación su pancita era totalmente imperceptible, en los omegas masculinos es normal que no creciera mucho, pero a Félix realmente no se le notaba ni un poco. Por eso tomó la decisión de seguir trabajando, obviamente ya no servicios sexuales, volvió a ser como antes y solo bailaba al compás de la música. Pero ahora era mucho más sensible al toque de cualquier alfa, no dejaba que nadie pusiera un dedo encima suyo.

No tenía la obligación de hacerlo, pero muchas veces ganaba propinas y si las escondía bien en su ropa podía llevárselas y ahorrar, era la primera vez que lo hacía. De hecho, era la primera vez que se sentía motivado por algo.

Ese día no había comido nada, sus exigentes antojos de fresas no le dejaban probar un solo bocado de ese pollo a la plancha, tan solo con verlo y olerlo se le revolvía el estómago, por lo que decidió saltarse esa comida.

Estaba apoyado sobre el espaldar de metal de su fría cama... se sentía pleno y hasta cierto punto feliz. Le alegraba verse a diario a tempranas horas y notar como su estómago había crecido tan siquiera unos milímetros, en ese quinto mes había empezado a sentir pataditas y eso no molestaba en absoluto, más bien lo tomaba como un regalo.

Singularity [Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora