Capítulo 113

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10 de Junio

. . .

Avanzo por el pasillo con paso cansino, el lugar se siente vacío y helado, perfecto para mí, no llevo prisas y mi cuerpo se siente perezoso.

Me encuentro tranquila, como si flotara sobre una nube.

Así se siente la muerte...

Pero como no estoy muerta, al ver al doctor Callahan al otro extremo del pasillo, esperando por mí, acelero el paso.

Mascullo un "lo siento" con la cabeza baja y entro a la sala.

La habitación es cálida, color azul y hay ventanales enormes, que muestran un paisaje verde y sobre todo VIVO frente a ti, supongo que es la forma sutil, para nada sutil, del hospital, de darte aliento.

Pero ya me he acostumbrado a él.

Incluso me atrevo a decir que de alguna manera, el sitio me da paz.

Hoy finalmente termina mi período de acondicionamiento, para hacer espacio en mi medula ósea y recibir las nuevas células.

Mañana finalmente comienza el proceso, luego de varias semanas de administrar medicamentos de preparación.

¿Cómo me hace sentir eso? No lo sé.

Y antes de decir "wow, sí te harás el trasplante", aunque resulte difícil mi situación, no puedo simplemente echarme a morir.

Además, tuve una pequeña charla con Mary.

Allí todo quedó dicho.

Y aquí estoy.

Tengo el aspecto de un cadáver luego de la preparación, bueno, ni tanto, el doctor Callahan dice que mi aspecto es bueno, honestamente no sé cuál sería su definición de bueno, así que en resumen, estoy tan bien como se puede estar.

Una enfermera se acerca sonriente, me pide extender mi brazo y procede a colocar el catéter. Es el mismo proceso cada día.

Pero mañana el lugar será diferente.

Y estoy intentando prepararme para ello.

....

Estoy internada en el hospital desde el día treinta de mayo. Este se ha convertido en mi hogar desde entonces, recibo visitas cada día y aunque trato de ser positiva y estar bien, mi humor no siempre es el mismo.

No siempre estoy bien y me temo que más de una visita, de alguna persona, ha terminado en discusión. No puedo evitar mi cambio climático.

Depresión.

Enojo.

Un momento estoy sonriendo y al otro estoy triste.

Todo llega al mismo tiempo y no suele ser una buena combinación.

Dos de mis últimas discusiones han sido con Ashton. También llegué a discutir con Mamá, por sus ganas de querer cuidarme como si no tuviese brazos.

Pero he tratado de estar tranquila. Es lo que ha recomendado el doctor.

Pero no todo ha sido malo. Tengo mucho tiempo para leer libros y sobre todo, tiempo de calidad con Christopher. Mi pequeño ángel abandonado.

Ya casi termina mi sesión y luego de una pequeña visita al baño de mi habitación, podré ir a verlo. De mi día, es lo que más espero con ansias.

Anoche fuimos a ver las estrellas.

Hoy haremos lo mismo.

—Esto es todo por hoy —masculla la enfermera con una pequeña sonrisa, tras retirar mi catéter.

—Eres muy amable, Nancy —sonrío con cariño. Ella es la enfermera que suele cuidar de Chris. La aprecio por ello. Todos lo que sean buenos con él, son buenos para mí.

Quizá por eso no dejo de sentir recelo hacia Callahan.

Nancy me ayuda a colocarme sobre mis pies y tras tambalearme un segundo, hago mi camino directo a mi habitación.

En el camino no observo mi alrededor, esquivo personas y no obsequio saludos. Voy sumida en mis pensamientos y no estoy segura de si ellos son buenos o malos.

Ya no sé clasificar algo por "bueno o malo" las cosas sólo son y ya. Lo mismo con mis pensamientos.

No sé qué pasará conmigo. No es bueno y malo tampoco.

Me duele la cabeza. No es bueno o malo. Simplemente es normal.

Quizá me he sensibilizado demasiado a los síntomas del cáncer.

Una vez en mi habitación, aunque no tengo permitido colocar el pestillo o simplemente encerrarme, me deshago de mi bata y la dejo sobre el sillón.

Mi cuerpo pálido y desnudo contrasta con las paredes.

Soy color blanco y estoy vacía.

Tarareo alguna canción sin letra y trato de concentrarme en no vomitar al primer segundo... Pero no es suficiente.

Me dejo caer de rodillas a un lado del inodoro y como cada día, desde que comencé con esta pesadilla, dejo mi estómago en el fondo.

....

Tomé una ducha rápida y tras cambiar mi ropa por algo más cómodo, me dejé caer sobre el sillón, con teléfono en mano y a la espera, mirando la pantalla.

Mamá llamará en cualquier momento.

Ella hace eso cada día, es igual a cuando me mude sola por primera vez. Ella llamaba a la misma hora todos los días.

A veces en alta voz para que todos pudiesen oírme.

A veces sólo para ella.

No sé qué hará hoy.

Aún queda un mes para el cumpleaños de Melanie y todos estamos emocionados y me incluyo.

Será una linda reunión.

En realidad, cualquier momento de celebración es bueno para mi familia.

Cualquier pretexto para reunirse es bueno.

Observo la pantalla de mi celular extrañada. Debería haber llamado ya.

Decido esperar unos minutos más, pero pasan diez y mi teléfono no vibra.

Frunzo el ceño, extrañada y triste, pues en el fondo siempre espero sus llamadas o las de Ashton cuando no viene.

Él ahora tiene una mejor relación con su madre y aunque no ha hablado con su padre ni una sola vez, espero que puedan resolver sus diferencias en algún momento.

Hoy él vendrá de visitas y no puedo esperar para verlo y pedirle que me abrace hasta que los dos seamos uno.

Que mal que eso no sea físicamente posible.

Cuando lo llamé aquella vez, luego de dejar (sólo de mi boca, la verdad) la universidad, por cierto, mi solicitud para retirarme fue rechazada, tomé un taxi y fui a casa.

Quise esconderme por días.

Quizá un año.

Pero no fue posible.

Él sabe donde vivo y tiene mis llaves. Lloré a mares en sus brazos y luego pedí disculpas.

Sí, así de bipolar se puede llegar a ser.

Un suspiro brota de mí, resignada a que mamá no llamará, hago mi camino a mi nueva cama y tras dejar correr un par de lágrimas silenciosas, el cansancio se hace con mi cuerpo y me quedo dormida.

Sueño con Ashton y un Chris sano, comiendo gelatina color rojo.

Es sangre.

Antes del CieloWhere stories live. Discover now