Capítulo 87

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“Regresa, Andy” me rogué.

Pero no podía, necesitaba un momento, daba igual cual, pero lo necesitaba.

Fue por esa razón que mis pies avanzaron sin que yo les ordenase moverse.

Mi cerebro dejó de dar órdenes sincronizadas y razonables a mi sistema nervioso y comencé a moverme sin propósito, como una polilla hacia la luz, directo al bar que se levantaba frente a mi ojos.

Las luces del cartel publicitario eran hipnotizantes y se reflejaban en mis ojos como un espejo.

Eso era lo que necesitaba.

El bar me sonreía, invitándome a entrar, llamándome, moviendo sus dedos de manera seductora.

Echó su cuerda alrededor de mi cintura y comenzó a tirar de mí.

Decidida y sin pensarlo, crucé las puertas del lugar con Ashton detrás de mí, llamando mi nombre, pidiéndome regresar.

Preguntando para qué quería yo entrar a un lugar donde sólo servían bebidas alcohólicas.

Pero no hice caso a sus protestas y reclamos, me limité a ignorarlo, absolutamente satisfecha de saber que no se iría.

Era algo que había aprendido de él desde que lo había tenido para mi cada día, desde el momento en que me había besado en el tejado, bajo la lluvia, con tanta vivacidad y ternura.

Tendría a Ashton a mi lado siempre.

 Incluso si escogía lanzarme de la montaña más alta ahí estaría él.

Y eso hacía que mi corazón saltara de manera dolorosa dentro de mi pecho.

Lo tendría aunque no quisiera.

Mis pies finalmente me guiaron hasta el centro del enorme establecimiento. Allí me detuve, recobrando el control de mis piernas, siendo consciente de donde estaba y qué quería.

El lugar era ruidoso, pero por fortuna no sentía que me atormentara.

No como lo hubiese hecho normalmente.

Había personas bailando por doquier y una pista improvisada en medio, llena de cuerpos. Había un Karaoke y botellas de vodka que iban de mano en mano.

La gente reía, bailaba y algunos se besaban apasionadamente.

Una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo y supe que no daría marcha atrás y que tampoco saldría de aquel lugar sin haber tomado por lo menos una copa.

Así que recobrando el control de mis piernas me encaminé a la barra, donde un hombre, de al menos treinta años, servía bebidas.

Antes del Cielo [Wattys 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora