Capítulo 116

9 0 0
                                    

Ashton

. . .

Salgo de la habitación de Andy y me dejo caer en una de las sillas de la sala de espera.

Me llevo las manos a la cabeza y me hundo. Comienzo a llorar y sentir que algo dentro de mí se rompe.

No soporto verla en el estado en el que se encuentra. Ver a mi amor acabarse.

—¿Por qué? —Pregunto a nadie el realidad—. ¿Por qué tiene que ser así?

Mis sollozos sacuden mi cuerpo y aunque siento a alguien posarse a mi lado y tomar mis hombros, no me molesto en mirar.

Si alguien llegara y clavara un cuchillo en mi piel, dolería menos de lo que duele la forma en la que la encontré.

El dolor en sus ojos y las lágrimas.

Su grito desesperado al pensar que iba a marcharme.

Y encima encontrar a su mejor amigo, aquel niño con cáncer, casi muerto en su habitación.

Supe que tuvieron que reanimarlo.

Y que no le dan más de unos cuantos meses de vida.

—Llora, hijo. Está bien —alzo el rostro, sorprendido, finalmente.

—Mamá —gimoteo y me acerco, para que me envuelva en sus brazos.

Para que calme mi dolor.

—Ya, ya... —Acaricia mi hombro—. Todo va a estar bien.

Así pasamos los próximos diez minutos. No quiero salir de su abrazo proyector.

Quiero quedarme en los brazos de mamá hasta que todo haya terminado. Hasta que deje de doler.

—¿Qué haces aquí? —Pregunto, pasados unos minutos, limpio mi rostro y me acerco para dejar un beso en su mejilla.

Yo no tenía previsto verla, sino hasta mañana.

Mamá baja la cabeza y se acomoda un mechón de cabello. Ella hace eso cuando está nerviosa.

—No vine sola...

—Eso puedo asumirlo. Siempre estás con Jean. —Él es el chofer.

—Sí, pero esta vez no vine sólo con él.

—Okey... —Alargo—. ¿Y con quién viviste?

—Bueno... —Duda.

—Mamá...

—Hola, hijo. —Escucho su voz a mi espalda y no tengo que voltear a verle, sé quién es.

Papá.

....

—No sabía... Lo de tú novia. —Papá nunca fue del tipo de padre al que no pudieses contarle algo. Él siempre era compresivo, atento. Hasta que no lo fue más.

Me pregunto por qué el cambio tuvo que ser tan drástico. Porqué se olvidó de su familia.

—No sabía que habías tenido un accidente —respondo en su lugar.

—Intentaron asaltarme. Vine para que limpiaran mi herida.

—Ya. —Asiento. Nos encontramos en la cafetería. La misma donde vine con mamá.

¿Él también quiere sincerarse y pedir disculpas? No me gustaría ser grosero, pero no hay espacio en mi cabeza para eso.

—Lo que sea que quieras, papá, —empiezo y tengo toda su atención sobre mí—. Está bien.

Antes del Cielo [Wattys 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora