Capítulo 52

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Love Story-Taylor Swift
Jueves
. . .
Aun faltan cuatro horas para la que la obra inicie y yo deba hacer acto de presencia.

Y luego de una pequeña charla con el doctor Callahan y de dejar todo mi estómago en un cubo, Paola y yo regresamos a mi departamento.

El doctor a recomendado que duerma. Le hablé de cómo me había sangrado la nariz la noche anterior y aunque dijo que eran efectos secundarios de la quimio, debía avisarle con que prolongación sucedía.

Y el lunes me realizaran estudios otra vez. Veamos que tal vamos.

Vomitar siempre me deja aturdida y el prolongado olor a cloro del hospital, siempre termina por empeorarlo.

Así que cuando llego a casa tomo agua y decido dormir antes de irme.

Me duermo casi de inmediato y sueño con Chris sonriendo y con cabello castaño.

……

—No puedo hacer esto —Y huyo de detrás del escenario con el corazón en mi garganta.

Doy vueltas en mi lugar, quiero vomitar, Dios, no puedo hacer esto, ¿por qué hay tantas personas? Hiperventilo y me abanico la cara, trato de calmarme pero, simplemente, no puedo.

Nallyana y María corren detrás de mí para llevarme de vuelta.

A penas llegué, todos saltaron sobre mí para ponerme el vestuario, los tacones y maquillarme.

Y aunque me sentí algo mareada, pude sostenerme sobre mis pies.

Hasta que miré entre las enormes cortinas y vi a todas esas personas ahí, esperando.

¿Y si meto la pata? ¿Y si realmente si me ahogo con mi saliva?

Había llegado el momento y yo sólo quería salir huyendo

—¿Ashton? ¿Dónde está Ashton? —Lo busqué desesperadamente entre todos los que están detrás de escena.

Pero no pude dar con él.

¿Cómo? ¿No había llegado? ¿Por qué?

De pronto podía sentir el aire entrando pesadamente a mis pulmones. Respirar se estaba volviendo una tarea difícil en este momento.

Sólo podía escuchar mi rústica forma de inhalar y el vestido verde que llevaba se sentía demasiado apretado.

No puede ser, ¿estoy teniendo un ataque de pánico?

—Y para eso querías el papel —escucho a alguien burlarse, pero lo ignoro.

—¡Katiena! —Alguien la reprende, pero ni me molesto en voltear, tengo problemas mucho mas importantes, justo ahora.

—¡Agua! ¡Traigan agua! —Pidió alarmada Nellyana, quien no dejaba de mirar mi rostro, probablemente pálido y de secar el sudor de mi frente—. Calma, solamente es pánico escénico —dijo suavemente, poniéndome un vaso de vidrio entre mis labios para que bebiera el agua, obedecí y milagrosamente no me ahogué al beber—. Ahora respira, Reeeepiiiraaaa muy hondo.

Y eso hice y poco a poco todo volvió a la normalidad. A excepción de los nervios que estaban haciendo estragos en mis entrañas.

María sonrió aliviada y la señora Chandal, quién emergió del escenario, aplaudía emocionada.

—Diez minutos para ir a escena. —Y el ataque de pánico volvió.

—¡Respira! ¡Respira! ¡Eso! ¡Eso!—Chilló Nelly y me dio más agua.

¿Dónde diablos estaba mi Romeo?

Le hice caso a Nellyana y traté de calmarme, ya no había vuelta atrás.

Permanecí sentada y, para mi alivio, los minutos pasaban con lentitud.

¿Por qué él no había llegado?

Y como si lo hubiese llamado con el pensamiento, las puertas se abrieron y él entró, con cuatro chicas del set detrás de él.

Iba vestido con los pantalones y la camiseta que una chica, llamada Rocío, había confeccionado para la obra.

Sólo le faltaban algunos detalles nimios para estar listo.

Llevaba el cabello desordenado y se veía realmente guapo con el disfraz, le sentaba bastante bien.

María se apresuró a su lado y le leyó algunas cosas a las que él sólo asintió. Era como si él fuese un actor famoso, con el set a su alrededor dando indicaciones y él atento.

Él aire volvió a irse de mis pulmones cuando sus ojos azules se clavaron en mí. Y aunque María seguía hablándole, él caminó en mi dirección, con una sonrisa adornando su rostro.

Me lamí los labios, que de pronto se sentían demasiado secos.

—Hola. —Saboreé su voz y sentí mi corazón latir con fuerza.

No me esperaba esto. Para ser honesta, pensé que tal vez él me ignoraría o algo así. Pero al comprobar que no haría tal cosa, porque él no es así y la que está paranoica soy yo, dejé mi asiento y tímidamente saludé de vuelta.

—Hola.

—¿Sabes? Ese vestido te queda precioso. Es como si fueses una princesa de verdad —y siento que enrojezco ante sus palabras, estamos casi a la misma altura, gracias a los tacones que llevo puestos, pero me siento pequeña al ser escrutada tan directamente por su mirada.

Me asusta lo mucho que me agrada que él me miré, que esté cerca.

Niego con la cabeza. Ya estoy desvariando.

—Gracias —hago una inclinación—. La verdad, no estoy segura de poder hacer esto.

—Claro que sí puedes, nena —me alienta y se acerca a mí, tanto que casi puedo sentir  el roce de su piel. Pero no es suficientemente cerca—. Estaré contigo siempre —susurra—  Relájate, recuerda que improvisamos en la mayoría del libreto. Puedes hacerlo —me deja un beso en la frente y el corazón latiendo a mil por hora antes de alejarse de mí, para que lo terminen de preparar para salir a escena.

—¡Es momento! —Chilla emocionada la señora Chandal y aunque mi corazón late muy fuerte, sé que no hay vuelta atrás.

Me aferro a las palabras de Ashton y acomodando mi vestido y mi peinado, salgo a escena.

Antes del Cielo [Wattys 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora