Capítulo 29

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Abro los ojos con pereza, hace frío y tengo la mitad del cuerpo, de la cintura hacia arriba, congelado.

Un leve peso se asienta en mi cadera y gimo silenciosamente cuando intento moverme, mi habitación está en penumbra y sólo la diminuta luz de mi lámpara de lava me ilumina la cara, ayer no abrí las cortinas ni una vez y mi aire acondicionado a transformado mi habitación en el polo norte.

Me sobo la cara y aparto cuidadosamente el brazo de mi cadera… Alto.

Me muevo con tanta brusquedad que casi consigo caerme.

Por otro lado Ashton no se mueve y su paz al dormir ni se inmuta. Para cuando la confusión pasa, los recuerdos de la noche anterior se cuelan en mi mente.

Estamos casi frente a frente, él por debajo de mi mentón. Tiene los ojos cerrados y con cuidado de no despertarle, aunque si no despertó con mi movimiento de huracán, dudo que lo haga ahora, le corro el cabello de la cara.

Es suave y su respiración pausada me demuestra que está profundamente dormido.

Me le quedo mirando embobada. Niego y decido levantarme.

Debí irme ayer a casa de mis padres, y seguramente mi celular debe estar apunto de explotar, pero ni siquiera puedo recordar dónde está. Me extraña que mamá no esté en la puerta, desesperada por sacarme de casa.

Me paso la mano por la cara y echo otro vistazo al chico dormido en mi cama.

Él realmente está aquí, conmigo. Y justo cuando pensé que tendría unas horas más de paz, el sonido de mi teléfono me guía hasta él, está encima de la maleta a medio terminar.

Mamá:

Pasaré por ti a las 12, mi niña. Te amo.

Utilizo el retrete antes de que mi vejiga explote y aprovecho para lavar también mis dientes. Me cepillo con desgana y observo fijamente mi reflejo en el espejo, la chica pelirroja me sonríe con gastada alegría, tiene ojeras y la piel pálida.

Recuerdos de como Ash me llevó a mi cama, ató mi cabello y me abrazó hasta que me quedé dormida me invaden. También recuerdo cómo le grité que tenía cáncer y la forma gentil al atenderme no me cabe aún en la cabeza.

Ashton es cómo un ángel, sonará estúpido, pero así lo siento. Es la primera persona que viene de afuera, que dejo entrar en algo tan delicado, pues todo lo que conozco es mi familia.

Pero eso debe acabar, cuando despierte lo mejor será echarlo.

Le sonrío a la chica en el espejo sin ánimo. Debo terminar la maleta hoy sí o sí y no debe preocuparme no verlo, igual no estaré en el edificio.

Desato la coleta de mi cabello y la vuelvo a hacer.

Antes de salir del baño un espasmo sacude mi cuerpo y un ataque de tos aturde las paredes de mi garganta. Toso cómo desquiciada y con una mano me sostengo el abdomen, temiendo que se me rompan las costillas. Toser nunca me había resultado tan doloroso.

Intento respirar profundo, inhalo como puedo por la nariz y me inclino sobre mi cuerpo, mientras pacientemente (nótese mi sarcasmo) intento recuperarme. Me cubro la boca y toso una par de veces más antes de que sienta que vuelvo a estar en una sola pieza.

—¡Demonios! —Gruño y me limpio los ojos llorosos—. Rayos.

Busco a tientas el grifo del lavamanos, aun con la cabeza en dirección al suelo, hago una mueca cuando la atención cae en mi mano y veo las gotas de sangre en mi palma.

—Que mierda —no suelo utilizar malas palabras, pero últimamente se me dificulta no hacerlo. Saboreo el sabor en mi lengua antes de escupir la sangre de mi boca.

Antes del Cielo [Wattys 2024]Where stories live. Discover now