Capítulo 15: La última variable

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El viento es un elemento que brinda sabiduría y potencia la velocidad del usuario, volviéndolo —si está bien entrenado— una persona ágil y poderosa.

Habían pasado dos años desde que Anastasia fue encarcelada y 9 años de que había perdido la capacidad de volar, por lo que, se sorprendió de sí misma cuando arrasó con la puerta y salió volando de su prisión. Las sensaciones que la invadieron la hicieron sentir más libre que nunca, ya que voló con tanta velocidad que sus recortados cabellos le siguieron por detrás, mientras su piel se erizaba de la emoción y su corazón se aceleraba a causa de un electrificante éxtasis.

Los soldados de la OCI dispararon y ella, en el vuelo, esquivó sus balas, deslizándose entre sus oponentes como una ventisca. Cada soldado que se cruzó con la ráfaga, acabó repentinamente inconsciente sin verlo venir, pues Anastasia se deslizaba sobre el aire con la misma gracia y elegancia de una bailarina, pero con la fuerza de una guerrera. Sus golpes eran muy duros y precisos, por lo que, esos soldados humanos no lograron combatirla. Sin mencionar que el viento le susurraba de forma ambigua la dirección de cada ataque, de tal manera que ella ya se encontraba previamente preparada para esquivar y defenderse.

Así pues, a lo largo de su travesía por los pasillos de la OCI, la ráfaga fue liberando a su paso a cada prisionero mágico que la OCI había encarcelado. En menos de dos minutos, ya había una multitud de ocultos en libertad y enfurecidos con los soldados de la OCI, por lo que, los humanos huyeron despavoridos a causa de los ocultos que se les abalanzaron.

—¡Mágicos! —Anastasia se alzó frente a los ocultos rebosante de orgullo e imponencia.

Todos los mágicos se volvieron a mirar a su salvadora con admiración y devoción, pues además de ser su salvadora, también era una sílfide, lo cual, para muchos, era como tener delante suyo una sagrada sacerdotisa de la naturaleza. Ellos inclinaron sus cabezas y le mostraron a la sagrada sílfide sus respetos.

—Habitantes de la dimensión 20. —Anastasia habló con solemnidad—. Que la ira no nuble su juicio y les impida perder de vista el verdadero objetivo: su libertad. Olvídense de la OCI y sus soldados, tienen algo mucho más importante que hacer con sus vidas ahora mismo. ¡Váyanse! Y de paso, abran tantas prisiones les sean posibles, ya que, todos merecen ser libres.

—No tan rápido sílfide. —Una áspera voz se interpuso.

Anastasia se dio la vuelta y vio ante ella a un descomunal hombre cuyo uniforme deletreaba con orgullo la palabra: Mayor. Por lo que, Anastasia entendió que estaba ante la cabeza de la OCI, a quien lo acompañaban hombres con distinto uniforme a todos los que había visto hasta ahora y usaban armas mucho más avanzadas.

—No tenemos por qué iniciar una guerra, Mayor. —Sin dejar de volar, Anastasia se puso entre los de la OCI y los ocultos.

—Ustedes la iniciaron en el momento en que invadieron nuestro mundo —replicó el mayor, cuyos ojos enarcados por unas pobladas cejas, miraron a Anastasia con una penetrante expresión y una mueca de desagrado.

—Estás personas no tenían intención de hacer daño a nadie. —Anastasia señaló a los ocultos—. Nuestro mundo fue invadido por los seres de la segunda dimensión...

—Son sus propios problemas. —La interrumpió el mayor—. Problemas que trajeron a nuestro mundo y ahora nosotros debemos lidiar con ellos y con ustedes, ¿piensan que vamos a aceptar el compartir nuestro territorio y nuestros recursos con seres que no son de aquí? No son bienvenidos, sílfide y por una simple razón, no pertenecen aquí y no es nuestra obligación aceptarlos.

«Él tiene razón —pensó Anastasia».

—Lo sé y lo entiendo —dijo ella—, y lamento que mis antepasados ocultos no lo hayan considerado, pero ahora, la realidad es ésta y sólo expulsarnos o eliminarnos, no resolverá nada. Los de mi mundo seguirán buscando la manera de sobrevivir y los corruptos ya están en su mundo. Si nos aliáramos...

Ráfaga Guerrera (Borrador)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon