Capitulo 1 - Canapés Al Suelo.

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— Sácame una duda de encima - se sienta a su lado.

— ¿Qué? - entorna los ojos viendo en dirección a su rostro.

— ¿Por qué no te has casado aún?.

— ¿No tenías trabajo por hacer, Lucrecia?.

— Si - asiente concordando - pero me es más placentero joder tu existencia - ríe.

— Mejor vete - rueda los ojos - no me gusta que respires mi mismo aire.

— ¡Ush! Encima egoísta - se levanta y sale por la puerta.

Esteban Lombardo, un hombre muy... ¿Cómo puedo explicarlo? Una caja de sorpresas, jamás había tenido hijos o esposa alguna, solo como cinco novias, dos que dejó porque se iba del país y otras dos lo dejaron por como era, no soportaban su timidez y la última pues solo estaba con él por interés, eso hizo que su confianza decayera más.

Era un hombre enamoradizo pero con muchos problemas, empezando que desde la muerte de su madre quedó vulnerable, muy vulnerable diría yo, su papá lo obligaba a ser un "hombre" y tenía mucho conflicto con las relaciones interpersonales, era un hombre que no se desahogaba fácil.

No tenía confianza en si mismo, dependía de lo que su papá pidiera o dijera, como dije antes enamoradizo, pero nunca llegaba a nada con alguien que le interesara de verdad, no sabía como enamorar a una mujer y tampoco se atrevía a experimentar para ganar experiencia.

— ¿Vendrás al evento? - dice del otro lado del celular.

— No, sabes que odio esas cosas.

— Esteban, tu papá quiere que vengas.

— ¿Qué dijo?.

— Que era muy necesario que todos los socios te tomen confianza, llevas años apartado de todo esto.

— No me interesa en nada socializar - bufa - pero si papá dice que es necesario, está bien.

— Vendrá Marina - susurra.

— ¿La hija de Santino?.

— Mju - suelta una risita.

— Al menos la veré.

— Ya te dije que sería bueno que des el primer paso.

— No, Iñaki - suspira - lo conveniente es que no haga nada.

— Eres un terco - se escuchan voces indistintas - me tengo que ir, te veo en el evento.

— Nos vemos - cuelga.

Marina Sánchez, hija de una de los socios de la empresa, una pelinegra con ojos azules y una sonrisa tan hermosa, dulce, trabajadora, honesta y bueh, muchos otros adjetivos con los que Esteban la describía.

— ¿Estás listo? - toca su puerta.

— ¡Si! - camina y abre la puerta.

— ¿Quién eres y qué hiciste con mi hermano?.

— No seas ridícula - rueda los ojos - ¿Nos vamos? Me molesta llegar tarde.

— Vamos - asiente - ¡Pero yo manejo! - dice cuando este pasa por su lado.

— En tus sueños - se detiene de golpe y gira para verla - la última vez terminamos en la comisaría por tu culpa.

— Esa vez - lo alcanza - tenía diesiocho años y andaba tomada - le recuerda - ¡Ya supéralo!.

— Desde entonces no te dejo que manejes mientras vas conmigo, dije ¡No!.

— Yo tengo las llaves - ríe - ahora te mueles - camina más rápido.

Loving Ʉ' MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora