Capitulo 13 - Mucha Tortura Por Hoy.

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Eres tú.

Esas palabras resonaron en su cabeza, le dijo con todas sus letras que la quería y ella también lo quería a él pero... Siempre había un pero.

— Pero hasta ahora te das cuenta, ¿No?.

— Estaba confundido, Marcia.

— Vaya excusa - hace una mueca.

— Yo sé que nada justifica lo que pasó pero... Tú tampoco me dijiste nada.

— ¿Y de qué me servía decirte? Estabas hipnotizado con ella, nada iba a cambiar.

— Claro que sí, todo hubiese cambiado.

— Por Dios, Esteban - se gira - me besaste pensando en ella, me llamaste Marina.

— Estaba borracho.

— Igual me confundiste con ella y luego para acabar de amolarla, me pediste que siguieramos con la farsa de que eramos novios, después de que me besaste ¡Dos veces! - bufa - Marina te interesaba mucho, yo no era quien para interceder ahí, ella llegó antes que yo.

— Pero nada de eso importa, que ella haya llegado antes no la hacía la mujer correcta para mí.

— La correcta no, pero si la que querías.

— Exacto, quería - enfatiza - pero desperté de esa pesadilla y me dí cuenta de que a quien realmente quiero es a tí.

— Eres un imbécil.

— Lo acepto, soy un imbécil - asiente - pero uno que te quiere.

— Y también uno que se dió cuenta muy tarde de todo lo que estaba ocurriendo - camina al baño - vete, Esteban. Ve y emborrachate con Marina, tal vez la termines besando y la confundas ahora conmigo.

¡Auch!.

Fue dura, si, pero no iba a ceder aún, no quería hacerlo porque ante todo se respetaba, no caería tan fácil, podía amar a Esteban con todas sus fuerzas, pero ante todo se amaba a ella misma. Podía soportar la inestabilidad de Estaban siendo su amiga pero, como pareja era muy diferente, la confusión de él lograba lastimarla y tenía miedo de que más adelante él se retractara de todo lo que le había dicho.

El moreno se quedó en el cuarto, no salió en toda la noche, pero tampoco dirigieron palabra alguna, ella no quería. Él respeto la decisión de Marcia, no quería ahogarla pero tampoco se daría por vencido, se dió cuenta tarde de que la amaba pero ahora que lo sabía y podía gritarlo sin sentir la culpa de la confusión, no titubearia en hacerlo.

Pasó todo el día siguiente sin dirigirle la palabra, quería hacerle entender que todavía seguía molesta y que con palabras no arreglaría nada, un "Te quiero" ya no le bastaba.

— Le dije todo.

— ¿Y qué pasó?.

— Terminó molestandose conmigo.

— Pero no te dijo que no podía pasar nada entre ustedes, ¿O si?.

— No, de hecho me confesó que ella también sentía celos y no lo dijo con todas sus letras pero sé que también me quiere.

— ¿Qué piensas hacer ahora?.

— No sé aún, no me dirige la palabra.

— ¿Y lo del vino con las fresas y todo eso que montaste en la terracita de la habitación?.

— Se fue todo por el caño cuando a Marina la mordió la serpiente.

— Ahí está.

— ¿Qué? - frunce el ceño.

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