Capítulo 44

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—¿Dormida? Yo creí que su mamá estaba bromeando.

—Ven, mejor ayúdame a despertarla. —Tom jaló las mantas que cubrían a Vanesa y la descubrió, mostrando su pijama gastado de ositos que a Georg hizo reír sin poderlo disimularlo—. ¿Qué?

—Nada, nada. Sacúdela, o qué se yo, jálale el cabello. —Tom suspiró y sacudió a Vanesa con calma, moviéndola sin ningún resultado exitoso. Ella se quejó y dio vueltas buscando algo con qué cubrirse, de pronto había sentido un frío horrible.

—Umm, ya…

—Vanesa, despierta, son las cinco con quince.

—Le hemos dicho a las cinco. —El castaño se ubicó al otro lado de la cama y comenzó a mover el colchón, finalmente optó por quitarle la almohada y golpearla con ella. Vanesa se sentó con pereza, sin abrir los ojos aún.

—Malos amigos, largo, quiero dormir. —Ella rebuscó las mantas, pero Tom las apartó hasta atrás para que no pudiese volver a cubrirse.

—¡Estamos atrasados!

—Ya no quiero ir.

—¡Vanesa!

—Entonces debo darme una ducha.

—¡No! —chilló el mayor jalándole el brazo a su amiga—. Ya es muy tarde, no hay tiempo para eso.

—Pero… —Vanesa restregó sus ojos intentando despertar. Siempre sucedía lo mismo, odiaba ser despertada, mucho más si era de aquella manera. Hacía frío y ni siquiera le dejarían tomar un baño caliente antes de salir—. Estoy sucia y huelo mal.

—Allá te darás una ducha, ahora te echas perfume encima de tu mugre y listo, realmente no me importa mientras tu hedor no me afecte. —Georg tomó la ropa sobre el escritorio y se la dejó a un lado.

—¡Ey! ¡No me hables así!

—Claro, claro. Ahora viste tu sucio cuerpo. Si quieres yo te ayudo, sabes que no hay problema.

—Ya, Georg, bajemos. —Tom avanzó hasta la puerta y llamó a su amigo, quién aún seguía molestando a Vanesa para que comenzara de una buena vez a vestirse.

—¿Y qué si se duerme con los pantalones a medio muslo? ¡O peor, antes de subirse los calzones! Alguien tiene que ayudarla, si tú no quieres yo lo hago.

—¡Ya estoy despierta! —Vanesa se levantó, pero aún sentía los ojos pesados. Georg, en parte tenía razón. Ya le había sucedido antes, que se había dormido con la ropa a medio poner, pero claramente no iba a aceptar la ayuda del castaño así que esperó a que ambos la dejaran sola para comenzar a vestirse.

.

—Tom, Georg, se las encargo. ¡Recuérdenle que use el bloqueador solar y que se abrigue bien!

—Diana, en serio ya para. —Vanesa empujó los cuerpos de sus amigos hasta la salida, quienes llevaban encima como burros de carga sus bolsos llenos de ropa—. ¡Adiós mamá, te quiero!

—¡Cuídate! —Diana no cerró la puerta hasta que los tres hubieron desaparecido de su vista.

El bus los estuvo esperando durante un par de minutos, solo faltaban unos cuantos más y por fin podrían partir.

Se acomodaron en sus puestos luego de dejar los bolsos bien acomodados y esperaron a que partieran de una vez.

Georg estaba entusiasmado, Tom no se preocupaba porque nunca era la gran maravilla. Siempre disfrutaba del paseo, pero el frío extremo nunca le había agradado. De todas formas, las cálidas aguas termales lo compensaban todo, además que las noches en donde todos se reunían alrededor de una fogata eran bastante divertidas.

Vanesa, por su lado, sentía que no había sido buena idea dejar su cama por un paseo. Al final de cuentas, simplemente lo había hecho por que estaría con sus amigos… más específicamente, con Tom.

Mi Nerd Favorito.Where stories live. Discover now