Capítulo nueve: Tu demonio favorito

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La escena se volvía cada vez más surrealista mientras Max sostenía a Tessa con una mezcla de terror y determinación. Sus manos, aferradas a su frágil figura, parecían temblar ante el frenesí de sus convulsiones. El chasquido de la ropa de cama, el crujido del suelo bajo sus pies y el suave murmullo de la respiración entrecortada de Tessa llenaban la habitación, formando una sinfonía caótica de sonidos discordantes.

Entonces, sin previo aviso, la atmósfera se cargó aún más cuando decidí proseguir. Con una confianza fría, mi mano seguía extendida dentro de su pecho, sumergiéndome en la oscuridad de su ser con una determinación implacable. La sensación de su piel fría bajo mis dedos, la intensidad de sus convulsiones y el latido frenético de su corazón debajo de mi palma me recordaron la delicada línea entre la vida y la muerte. La luz del día formaba siluetas a través de las cortinas y el aire estaba cargado de tensión, palpable como una tormenta a punto de desencadenarse, y el aroma de los libros y las pinturas al oleo de Max se mezclaba con el olor metálico del miedo que emanaba de Tessa. 

La expresión de Max era una mezcla de shock y confusión. Sus ojos, llenos de interrogantes y temor, se encontraron con los míos en busca de respuestas que él no podría comprender en ese momento.

—¡¿Qué estás haciendo?! —exclamó Max, su voz llena de angustia y desesperación.

—Nada bueno, seguro —respondí con calma, saboreando el caos que había desatado—. Pero, ¿acaso no era esto lo que querías? ¿No querías deshacerte del "bicho raro" que te persigue? Pues aquí estoy, dándote exactamente lo que deseabas.

Max me miraba con horror, como si finalmente se diera cuenta de la magnitud de lo que había desencadenado. Tessa continuaba en su estado convulsivo, su respiración entrecortada y sus ojos vidriosos, luchando por aferrarse a la vida mientras yo mantenía su corazón en la palma de mi mano.

—Me harté de escuchar sus conversaciones sin llegar a una conclusión útil que nos ayude. Y sinceramente, creo que no me has estado tomando en serio, así que creo que es hora de aclarar las cosas de una vez por todas.

—¡¿De qué estás hablando?! ¿Qué le estás haciendo a ella?

—Mira, Max, hay algunas cosas que aún no te he contado sobre mí. —comencé a explicar con un tono siniestro—. A diferencia de Tessa, mis habilidades son reales, y no te imaginas todo lo que puedo hacer con ellas.

—¡Detente! —Gritó Max, su voz temblorosa resonando en la habitación mientras intentaba inútilmente apartarme de Tessa. —¡La estás matando, por favor, déjala ir!

Pero yo permanecía inmóvil, mi mirada clavada en la suya, desafiante y fría como el hielo. Había llegado el momento de hacerle ver la realidad, de mostrarle el verdadero poder que tenía en mis manos.

—¿Ahora entiendes, Max? —dije con voz suave pero cargada de significado—. Este es el precio que se paga por jugar con fuerzas que están más allá de tu comprensión. Esto es lo que sucede cuando te adentras en lo desconocido sin entender las consecuencias.

Max parecía petrificado, incapaz de moverse o de apartar la mirada de la escena ante él. Yo podía sentir su miedo, su culpabilidad, su arrepentimiento; todas esas emociones revoloteando en su interior como mariposas atrapadas en una red. Era como si el peso de sus acciones hubiera caído sobre sus hombros, aplastándolo bajo el peso de la verdad.

El nombre de las estrellasWhere stories live. Discover now