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Tras algunos minutos, la tensión del enfrentamiento contra Chione había quedado atrás, momento que Víctor aprovechó para poder calmar a los caballos y alimentarles. La ventisca había logrado menguar levemente sus fuerzas, y si querían seguir su camino, necesitaban que Lancelot y Guiverno estuvieran en las mejores condiciones posibles.

- Se me hace surrealista verte en compañía del príncipe, la verdad - Lejos de Víctor, Njord y Bailong hablaban mientras observaban cómo el peliazul se encargaba de ambas bestias.

- No tomes la parte por el todo, Njord. Víctor no es como sus antepasados, él no tiene maldad en su interior. Solamente quiere salvar a su hermano para que vuelva al trono y el reino prospere - Una risa algo irónica abandonó los labios del joven mago.

- Me da igual si él es la causa o la consecuencia, sigue siendo un Blade, forma parte de la familia que nos tiene encerrados - El bicolor suspiró ante aquella sentencia.

- Njord... - Trató de hablar, pero la gélida mirada del peliazul se clavó en él.

- No, no intentes convencerme de lo contrario. Sol está recluido en aquellas montañas por culpa de sus antepasados, y yo no puedo salir de este maldito palacio de hielo por culpa de las mismas personas. Y creo que no necesitas que te recuerde qué ha pasado con él y los demás, todo por culpa de la familia real - Esta vez, Bailong le devolvió la mirada.

- Yo confío en Víctor y el rey Vladimir, sé que ellos lograrán romper la maldición de los Blade y traer prosperidad al reino. Cuando llegue el momento y Víctor suba al trono, vuestras prisiones habrán llegado a su fin. Por eso le estoy ayudando, para que Vladimir se recupere y Víctor pueda prepararse a conciencia para reinar.

- ¿Le ayudas por eso? ¿O es de lo que intentas convencerte para evadir la realidad? - Aquella pregunta provocó que todo el cuerpo del bicolor se tensase - ¿A qué habéis venido, Bailong?

- Necesitamos el Carámbano Eterno - Njord no tardó en arquear una ceja.

- Conoces tan bien como yo el poder que tiene ese arma. Podría herir o incluso llegar a matar a cualquier persona o criatura, por mucho poder que tenga.

- Soy consciente de ello, pero es lo que la Gran Hechicera nos ha pedido que busquemos. Esa misma esencia de muerte y dolor es lo que necesitamos del carámbano - El peliazul simplemente suspiró.

- Haced lo que queráis, no es mi vida la que corre peligro, sino la vuestra.

Ambos chicos comenzaron a caminar hacia la sala central de aquel palacio, donde un gran iceberg ocupaba el centro de la estancia. Con un simple movimiento de su mano, Njord ordenó a Chione que destrozase aquella masa helada con su lanza, dejando a la vista un brillante carámbano que Njord no tardó en tomar.

- Conoces las reglas: si el carámbano se rompe, la muerte asolará el reino sin compasión, así que está en vuestra mano evitar una catástrofe - Con sumo cuidado, Bailong tomó el arma y la protegió con un jirón de tela, guardándola luego en su bolsa.

- Descuida, no pensamos provocar un genocidio - El peliazul desvió la mirada hacia la ventana, y durante unos segundos, el silencio ocupó el espacio entre ambos - Debes indicarme dónde se esconde él, es nuestro siguiente objetivo.

- No tengo por qué hacerlo - A pesar de la dureza en su voz, ciertos matices de miedo y protección eran latentes en la voz del mago.

- Njord, por favor. No sé dónde se esconde, y debemos pedir su ayuda para terminar de una vez por todas con este tormento. Piénsalo en frío: si logramos que el rey Vladimir vuelva al trono, conseguiremos que vuestra prisión termine, y todos podréis volver a reuniros.

- Deja de engañarte a ti mismo, Bailong. Tu objetivo no es liberarnos, te estás guiando por tus propios deseos egoístas - Un pesado suspiro abandonó los labios del mencionado, pero no tuvo tiempo de replicar - Está en el Bosque de las Fieras. Lleva ahí refugiado desde que impusieron las prisiones, logró evitar su encierro.

- Te prometo que tarde o temprano le salvaremos, Njord - Ambos chicos hicieron contacto visual.

- Lárgate de mi territorio, Bailong, u ordenaré a Chione que os destroce.

* * * * *

- ¿Has logrado conseguir el Carámbano Eterno? - La pregunta de Víctor fue lo primero que Bailong logró escuchar cuando llegó junto a él.

- Por supuesto, no dudes de ello. ¿Lancelot y Guiverno se encuentran en condiciones de retomar el viaje?

- Será mejor ir con calma para no forzarles, pero por lo demás están listos para salir en cuanto sea necesario - El bicolor asintió antes de montar sobre su caballo.

- Vámonos, ya sé dónde está nuestro siguiente destino.


En solo unos minutos, ambos amigos habían dejado atrás los Picos Gélidos, aliviados al volver a sentir las temperaturas cálidas acariciar sus pieles.

- ¿A dónde debemos dirigirnos ahora entonces? - Bailong observó a su alrededor, intentando ubicar el camino, antes de señalar hacia el oeste.

- Debemos dirigirnos hacia aquel lugar. Allí se encuentra el Bosque de las Fieras, es el refugio de nuestro siguiente objetivo.

- Esta vez no parecías tan seguro de tus gestos, ¿te lo ha indicado ese mago? - El bicolor solo asintió.

- Njord conoce mejor que nadie a nuestro siguiente objetivo, solo él era consciente de dónde se ocultaba.

- Él no parecía demasiado amigable, la verdad. Y menos aún lo era su Guardiana - El silencio reinó entre ambos durante unos segundos.

- Cuando has vivido tantas batallas e injusticias como las que ha vivido Njord, pierdes la fe en la humanidad. Empiezas a pensar que el mundo te odia y repudia por una condición que a veces no puedes ni controlar, y esos sentimientos solo se refuerzan cuando te ves aislado en unas montañas, lejos de todo contacto humano. Como si fueras un monstruo.

La mirada de Víctor se clavó en Bailong ante sus palabras. A pesar de que su amigo hablaba con su neutralidad de siempre, algo en sus palabras era oscuro, sílabas cargadas de veneno y odio.

Decidió no preguntar nada al respecto y simplemente retomaron su camino en un cómodo pero afilado silencio, uno que en ese momento era mejor mantener para evitar el inicio una guerra.

Pero a pesar de todo, no le pasó inadvertida la forma en que las manos de Bailong se tensaron alrededor de las riendas.

PROFECÍA ;; Inazuma Eleven GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora