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La caída de la noche, totalmente cerrada a excepción de la brillante y perfecta luna llena que iluminaba los jardines, fue la señal de que debía moverse.

Con un sigilo casi escalofriante, no tardó en deslizarse a través del umbral de la puerta; y en cuanto estuvo en el exterior, pudo verle perfectamente, ataviado con las mismas ropas negras que llevaba cada vez que acudía en su encuentro.

- Hoy has sido más rápido que otras veces - Aquel saludo amistoso le hizo sonreír.

- Tenía ganas de verte, han pasado 28 días desde la última vez - Su contrario rió de forma suave ante la excusa, pero pronto la conversación adquirió otro rumbo más oscuro.

- ¿Estás realmente seguro de las decisiones que estás tomando? Esto puede causar problemas al reino...

- Sinceramente, no estoy orgulloso - Un suspiro abandonó los labios - Pero tengo que hacerlo, sean cuales sean las consecuencias de ello.

- No tienes que hacer esto por mí... - Aquellas palabras dibujaron una suave sonrisa en el rostro de su acompañante, aunque un extraño y oscuro brillo llenó su mirada.

- Quemaría todo este reino por ti, créeme.

* * * * *

A la mañana siguiente, los rayos del sol que se filtraban por la ventana lograron despertar casi de forma instantánea a los dos amigos, quienes descansaban en la habitación de Víctor tras el largo viaje del día anterior.

- Supongo que habrá que levantarse ya - A pesar de sus palabras, el tono de voz de Bailong denotaba que aquello era lo último que quería hacer, hundiendo el rostro en la almohada.

- Yo tampoco quiero levantarme, créeme, pero habrá que hacerlo - Tras un par de quejas entre murmullos, el bicolor terminó cediendo ante las palabras de su mejor amigo, incorporándose en la cama y estirándose.

- Me levantaré, pero solo porque debemos seguir la búsqueda para conseguir los ingredientes que faltan.

Ante las palabras de Bailong, las ideas parecieron conectar dentro de la cabeza del joven príncipe, quien no tardó en alcanzar el pergamino y desenrollarlo para poder consultar el siguiente elemento de la lista.

6. Viento del ojo del huracán para actuar con rapidez y responder con agilidad ante los peligros.

- "Viento del ojo del huracán"... ¿Dónde se consigue algo así? - Ante la pregunta de Víctor, su acompañante simplemente mantuvo el silencio, pensativo.

- No lo tengo del todo claro, pero creo que puedo llegar a hacerme una idea. Levantémonos, tenemos que recoger nuestras cosas y partir con Lancelot y Guiverno. 

En apenas media hora, los dos chicos volvían a estar en camino a lomos de los dos caballos, dejando que los animales trotasen con calma para no forzarles mientras ellos seguían discutiendo cuál sería su siguiente destino.

- Nunca he podido ver al sexto mago, pero por lo que he escuchado, dicen que se aloja en el Valle de los Vientos... Teniendo en cuenta cuál es nuestro siguiente objetivo, creo que resulta bastante obvio que debemos dirigirnos hacia allí - Ante las palabras de su acompañante, Víctor solo asintió, dejando que fuera Bailong quien guiase el camino hacia aquel nuevo lugar.

- Todavía me sigue sorprendiendo lo mucho que conoces el reino... Es como si pudieras estar en todos sus rincones al mismo tiempo, siempre sabes por dónde debemos avanzar - El bicolor simplemente guardó silencio, observando al horizonte, y Víctor supo que no debía hacer ninguna pregunta.

Aquella aventura le generaba más dudas acerca de su mejor amigo, y a pesar de todos sus intentos por encontrar una respuesta, parecía casi imposible arrojar luz sobre todos aquellos interrogantes. Sin duda, Bailong era una tumba con todo lo relacionado a sí mismo.

* * * * * 

- Creo que hemos llegado - La voz de Bailong sacó a Víctor de sus pensamientos, clavando la mirada en la gran extensión de terreno ante ellos y abriendo más los ojos al analizarla bien.

- Está... - La sorpresa era tanta que las palabras no lograban salir de la boca del joven príncipe.

- Sí, llena de tornados... No va a ser fácil atravesarlos para encontrar al mago.

Tras armarse de valor e ingenio, los dos chicos comenzaron a avanzar de forma cautelosa por el terreno. El fuerte sonido de los tornados girando sobre sí mismos y deslizándose a lo largo del valle les impedía escuchar cualquier cosa que les rodease, y las corrientes solo parecían intentar alejarles lo máximo posible de aquel lugar.

- Esto no está siendo fácil - A pesar de saber que su amigo no le escucharía, Víctor no pudo evitar pensar en voz alta, intentando encontrar al mismo tiempo una forma de avanzar.

- ¿Víctor?

Escuchar aquella voz le dejó en shock. No recordaba cuándo había sido la última vez que la había escuchado, y por un momento, tuvo miedo de que aquello solo fuera una mala jugada de su cabeza.

- ¡Víctor, eres tú! - De nuevo volvió a escuchar aquella voz que le llamaba, pero a pesar de todo, no lograba identificar de dónde provenía.

Y de pronto, como por arte de magia, todos los tornados se desvanecieron en el aire a una velocidad vertiginosa, dejando ver el valle a la perfección. Bailong no tardó en reunirse con su amigo en cuanto le tuvo en su campo de visión.

- ¿Qué acaba de pasar? ¿Por qué han desaparecido los tornados? ¿Y quién te llamaba? - Las incesantes preguntas del bicolor no consiguieron respuesta por parte de Víctor, quien seguía todavía en shock.

- ¡Víctor! - Aquella voz logró que ambos chicos se girasen hacia la dirección de la que provenía. Ante sus ojos, un joven de su edad, con el pelo castaño, avanzaba corriendo hacia ellos.

- Arion... - La mirada de Bailong se clavó en el príncipe al escucharle.

- ¿Os conocéis? 

Antes de que Bailong pudiera obtener algún tipo de respuesta, pudo ver cómo Víctor bajaba de lomos de Lancelot y recibía entre sus brazos al moreno, quien se aferró a él mientras reía.

- Te echaba de menos, hace mucho que no nos vemos... - Una suave sonrisa se dibujó en los labios de Víctor.

- Tienes toda la razón... Yo también te echaba de menos, Arion - El rostro del joven mago pareció iluminarse ante aquellas palabras.

Y mientras los dos chicos se abrazaban y hablaban, los ojos de Bailong se mantuvieron clavados en ellos, totalmente callado pero con un profundo dolor en el pecho.

PROFECÍA ;; Inazuma Eleven GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora