Aventura - La caza encantada

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Como cazador de monstruos experimentado, Asher lo había visto todo. Desde feroces hombres lobo hasta astutos vampiros, se enfrentó a la oscuridad de frente y salió victorioso en todo momento. Pero una fatídica noche, todo lo que creía saber sobre las criaturas que cazaba se pondría patas arriba.

Comenzó como cualquier otra cacería. Asher había recibido noticias de un demonio rebelde que aterrorizaba a una pequeña aldea en las afueras del reino. Armado con su confiable espada y su arco encantado, partió al amparo de la oscuridad para localizar a la bestia. A medida que se aventuraba más profundamente en el bosque, el aire se espesaba con una sensación de aprensión, una sensación de inquietud instalándose en la boca de su estómago.

Después de horas de seguimiento, Asher finalmente vio a su presa. Pero mientras se preparaba para atacar, algo en el demonio le hizo dudar. No era la criatura descomunal y monstruosa que había esperado, sino un ser pequeño y frágil agachado en las sombras, con los ojos llenos de miedo. Asher vaciló, sin saber qué hacer.

Antes de que pudiera hacer ningún movimiento, el demonio habló, con voz suave y temblorosa. "Por favor, no me hagas daño", suplicó. "No quiero hacer daño al pueblo. No soy más que un alma perdida que busca refugio en este bosque".

Asher quedó desconcertado. Este no era un monstruo sediento de sangre, sino una criatura que necesitaba ayuda. Bajó su arma, sus instintos de cazador lucharon con su sentido de compasión. ¿Podría realmente darle la espalda a un ser necesitado, sin importar su naturaleza?La mente de Asher dio vueltas. Toda su vida le habían enseñado que los monstruos eran malvados, criaturas a las que había que temer y eliminar. Sin embargo, aquí estaba un ser que desafiaba todo lo que creía saber.

Mientras reflexionaba sobre su próximo movimiento, el demonio se movió, revelando un profundo corte en su hombro. El corazón de Asher se apretó al ver la herida, la compasión dentro de él anuló sus instintos como cazador. Sin dudarlo, se arrodilló junto al demonio, preparándose para atender sus heridas.Mientras trabajaba, el demonio se presentó como Andras, un sanador desterrado de su reino por un crimen que no cometió. Había buscado consuelo en el mundo de los mortales, sólo para ser perseguido por aquellos que veían a los de su especie como nada más que monstruos a los que matar.

Asher escuchó atentamente, su percepción de los monstruos y demonios cambiaba con cada palabra que pronunciaba Andras. ¿Podría ser que no todas las criaturas de la noche fueran malvadas, que algunas simplemente fueran incomprendidas y perseguidas injustamente?Con un nuevo sentido de propósito, Asher juró proteger a Andras de sus perseguidores, estar a su lado mientras intentaba demostrar su inocencia y encontrar el lugar al que pertenecía. Juntos, se embarcaron en un viaje que los llevaría a los confines más lejanos del reino, enfrentándose al peligro y la traición en todo momento.

Mientras viajaban, Asher comenzó a ver el mundo a través de los ojos de Andra, a comprender las luchas y los prejuicios que enfrentaba como una criatura considerada "antinatural" por la sociedad. Aprendió de la magia que fluía por sus venas, del poder que ejercía no para dañar, sino para sanar y proteger a los necesitados.

Pero su viaje no estuvo exento de desafíos. Los cazadores que buscaban a Andras eran implacables y sus prejuicios los cegaban ante la verdad de su inocencia. Y a medida que se acercaban, Asher se enfrentó a una elección que pondría a prueba lo más profundo de su ser: apoyar a Andras y luchar para protegerlo, o darle la espalda y regresar a la vida que una vez conoció.

Al final, fue Andras quien le mostró a Asher el verdadero significado de fuerza y coraje. Con una fiereza nacida de años de persecución y un corazón lleno de compasión, enfrentó a sus acusadores de frente, usando su magia no para derribarlos, sino para mostrarles el error de sus caminos.

Después de la batalla, cuando el polvo se asentó y los cazadores se retiraron, Asher supo que había encontrado un nuevo propósito en la vida. Ya no era simplemente un cazador de monstruos, sino un protector de los inocentes, un campeón de aquellos que habían sido agraviados.Descubrieron que los verdaderos monstruos no eran las criaturas del reino, sino la codicia y el odio que se pudrían en los corazones de los hombres.Y mientras miraba a Andra a los ojos, lleno de gratitud y respeto, supo que su aventura estaba lejos de terminar. Juntos, continuarían viajando hacia lo desconocido, enfrentando cualquier peligro que se les presentara con coraje, magia y un vínculo forjado en los fuegos del autodescubrimiento.

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