Fairy Tail : La chispa de la curiosidad

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Luna era un hada como ninguna otra, con relucientes alas plateadas que brillaban a la luz de la luna. Ella era conocida como Luna por aquellos que tuvieron la suerte de verla bailando entre los rayos de luna, tejiendo encantamientos en el bosque que aseguraban que cada flor floreciera y cada arroyo cantara con las dulces melodías de la naturaleza.

Su santuario era un oasis escondido en lo profundo del corazón del bosque, un lugar intacto por las manos de los humanos y lleno de la magia pura de las hadas. Pero una fatídica noche, mientras Luna bailaba entre los árboles, un grupo de humanos invadió su reino. Sus pasos resonaron con fuerza a través del bosque, interrumpiendo la armonía pacífica que Luna había trabajado tan duro para crear.

Luna observaba desde su posición escondida en lo alto de los árboles, su corazón lleno de una mezcla de miedo e ira. Sabía que no se podía confiar en los humanos, que su presencia en el bosque sólo podía traer destrucción y caos. Pero mientras escuchaba sus risas y veía la maravilla en sus ojos mientras exploraban su santuario, una parte de ella no pudo evitar sentir una chispa de curiosidad.

Durante días, Luna observó a los humanos desde lejos, estudiando cada uno de sus movimientos y tratando de comprender sus intenciones. Los vio maravillarse ante la belleza del bosque, con los ojos iluminados por el asombro y el asombro. Y, sin embargo, también vio la forma en que pisotearon la maleza, sus acciones descuidadas dejaron un rastro de destrucción a su paso.

A medida que los días se convirtieron en semanas, el corazón de Luna se volvió pesado por el peso de su decisión. ¿Debería revelarse a los humanos y arriesgarse a su ira, o debería proteger su santuario a toda costa, incluso si eso significara perder la belleza que le había traído tanta alegría?

Una noche, mientras la luna brillaba intensamente en el cielo y las estrellas brillaban arriba, Luna tomó su decisión. Ella emergió de las sombras, sus alas plateadas brillando a la luz de la luna, y se reveló a los humanos que ahora estaban al borde de su santuario.

Al principio, los humanos se llenaron de asombro y asombro al ver a Luna, con los ojos muy abiertos por la incredulidad. Pero cuando empezaron a comprender la verdadera magia de las hadas, su asombro se convirtió en miedo e incertidumbre. Sabían que no se podía jugar con las hadas, que su poder estaba más allá de cualquier cosa que pudieran comprender.

Pero Luna no acudió a los humanos con ira o malicia en su corazón. En cambio, les habló con una voz tan suave como el susurro de una brisa, contándoles la belleza y las maravillas del bosque con el que se habían topado. Les mostró el delicado equilibrio de la naturaleza, la forma en que cada flor y árbol estaban conectados en un tapiz de vida que estaba más allá de su comprensión.

Los humanos escucharon, sus corazones conmovidos por las palabras de Luna y la belleza del bosque que los rodeaba. Prometieron tratar el bosque con respeto y cuidado, y nunca más dar por sentada la magia que se escondía en sus profundidades.

Y así, el santuario de Luna permaneció intacto por las manos de los humanos, un remanso de paz y belleza que continuó prosperando bajo su atenta mirada. Y aunque los humanos nunca regresaron a su reino, el recuerdo de Luna y sus alas plateadas bailando entre los rayos de luna permaneció en sus corazones para siempre.

A partir de ese día, Luna continuó tejiendo sus encantamientos en el bosque, asegurándose de que cada flor floreciera y cada arroyo cantara con las dulces melodías de la naturaleza. Y aunque el mundo fuera de su santuario puede haber estado lleno de caos y destrucción, dentro del abrazo del bosque reinaban la paz y la armonía.

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