|Escena eliminada| - Días malos

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Recuerda que estas escenas son escenas eliminadas del borrador original y que no salen en el libro publicado, pero puedes hacerte una idea de cómo es por dentro, la narración, los personajes

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Recuerda que estas escenas son escenas eliminadas del borrador original y que no salen en el libro publicado, pero puedes hacerte una idea de cómo es por dentro, la narración, los personajes...

Para evitar spoilers, estas escenas no van a tener ni contexto ni explicación de cuándo suceden.

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Recuerda también que esto es un BORRADOR al que no se le ha aplicado ni editing ni corrección.

|Escena eliminada| - Días malos

Estoy temblando cuando dejo el walkie sobre la mesa, tras haber hablado con Azul para ponerla al corriente de la situación. Mis manos van directas del dispositivo a mi cuello al cortar la comunicación. Tardo unos instantes más de los debería en darme cuenta de que tocarme la cicatriz de los pinchazos solo hace que recuerde la sensación del lila recorriendo mi cuerpo, una que, a pesar de lo desagradable y dolorosa que ha sido, ahora se me antoja agradable, lo suficiente para echarla de menos.

—¡Qué se te va a quemar, hostias! —exclama Ruga, y eso me saca del tornado de mi cabeza.

Mi atención corre hasta la sartén, con el corazón dándome un vuelvo, solo para descubrir que no, no se está quemando nada. Me vuelvo hacia Ruga, que me sonríe desde su puesto de observador en la encimera. Me saca la lengua y me avisa de que va a poner la mesa, así que da uno de sus brincos. Soy testigo de su terrible manera de 'poner la mesa', tirando algunas cosas al suelo y dejando otras en el sillón. Vuelve un momento a la cocina para buscar en los cajones algunos cubiertos, canturreando. No deposita los cubiertos en la mesa. Los tira, ahí, donde caigan. Y eso me hace reír. Porque su caos es tan opuesto a mi orden que me encanta.

Sólo cuando recuerdo que en otras ocasiones no lo ha hecho tan mal, me doy cuenta de que la exageración sale de su intención de hacerme reír un poco. Entonces, mi corazón no se sacude por las risas, sino por un cariño que amenaza con salirse de él.

Enseguida apago los fuegos y llevo la sartén directamente a la mesa.

—No has sacado los platos —apunto.

—De la sartén suficiente. No hace falta nada más que las manos y la boca, creía que te había enseñado ya cómo se hacen bien las cosas —me guiña un ojo y al hacerlo consigue que casi se me desequilibre la cazuela en la mesa. Cuando me siento en el sillón, siento la cara roja.

—Esta tortilla está cojonuda —dice, metiéndose medio medallón a la boca.

—No es tortilla —respondo a lo bajo, sonriendo.

Cuando vimos la luz | ESCENAS ELIMINADASDove le storie prendono vita. Scoprilo ora