Enzo Fernández

871 26 0
                                    

Desde el momento en que mi madre decidió casarse nuevamente, supe que mi vida cambiaría. No solo obtuve un padrastro, sino también uno nuevo hermanastro llamado Enzo. Nuestra relación no comenzó precisamente en los mejores términos. Él, con sus preocupaciones típicas de un chico mayor, y yo, con mi actitud de "me da igual todo".

Sin embargo, una de las mayores complicaciones surgió cuando descubrió mi "amistad" con Joaquín Correra. Joaquín era ese tipo de chico que encendía corazones solo para apagarlos más tarde. Y, para ser sincera, eso no me afectaba en lo más mínimo. ¿Qué importaba si mi corazón ya estaba roto? No tenía nada que perder.

Enzo, por otro lado, parecía estar en una cruzada personal para protegerme de Joaquín. No podía culparlo por preocuparse, pero ¿realmente creía que podía controlar con quién salía?

La conversación que tuvimos sobre el tema fue tan tensa como se esperaba.

—Enzo, no entiendo por qué coño te importa tanto con quién salgo —dije con frustración.

—Porque Joaquín no es un buen tío, ________. Solo va a jugar con tú corazón y cuando se canse te tirara como si fueras basura —respondió, con una expresión seria.

—Y eso me importa... ¿por qué, exactamente? —pregunté, arqueando una ceja.

—Porque no quiero ver como te rompe el corazón y como te haze daño —admitió, con una mirada que revelaba más preocupación de la que estaba dispuesto a admitir.

Sus palabras me golpearon de manera inesperada. ¿Qué le importaba si yo me lastimaba? ¿Acaso no entendía que yo ya había pasado por eso muchas veces antes?

—Enzo, tú no tienes que preocuparte por mí. Ya sé en qué me estoy metiendo —le dije con calma, aunque por dentro me preguntaba si él realmente se preocupaba por mí o si solo estaba actuando como un hermano mayor sobreprotector.

Hubo un momento de silencio incómodo antes de que Enzo suspirara y desviara la mirada.

—Bien. Solo... ten cuidado, ¿vale? —murmuró, con una nota de resignación en su voz.

Asentí con la cabeza, agradecida de que al menos estuviera dispuesto a dejarlo estar por ahora. Pero mientras Enzo se alejaba, no pude evitar pensar en la ironía de la situación. Porque aunque él estaba preocupado por mí, él era el único que realmente tenía el poder de romper mi corazón. Y el mío, ya estaba en pedazos mucho antes de que Joaquín apareciera en escena.

Los días pasaron y la tensión entre Enzo y yo seguía presente, aunque de una manera diferente. Parecía que cada interacción entre nosotros estaba cargada de una electricidad sutil, como si ambos estuviéramos conscientes de algo que ninguno de nosotros quería admitir abiertamente.

Mientras tanto, mi relación con Joaquín seguía su curso, a pesar de las advertencias de Enzo. Salíamos juntos, nos divertíamos y compartíamos risas, pero siempre manteniendo una distancia emocional que yo misma había establecido. Después de todo, había aprendido a proteger mi corazón mucho antes de que Joaquín apareciera en mi vida.

Un día, mientras estaba en mi habitación escuché un suave golpe en la puerta. Al abrir, me encontré con Enzo, con una expresión incierta en su rostro.

—¿Puedo pasar? —preguntó tímidamente.

Asentí con la cabeza, sorprendida por su repentino deseo de conversar.

—_____ , he estado pensando mucho en lo que dijiste. No debería preocuparme tanto por quién sales, pero... simplemente no puedo evitarlo. Me importas, y no quiero verte lastimada —confesó, sus ojos reflejando una vulnerabilidad que no había visto antes en él.

One shots futbolistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora