Tchouaméni

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El ruido ensordecedor del estadio parecía desvanecerse en comparación con el torbellino de emociones que atravesaba mi mente. Me encontraba en las gradas del Santiago Bernabéu, observando con admiración a Tchouaméni, el talentoso futbolista francés del Real Madrid. Como una fiel seguidora del equipo, no podía evitar sentirme emocionada cada vez que él tocaba el balón, admirando su destreza y pasión por el juego.

Sin embargo, detrás de mi aparente calma, se escondía un torbellino de sentimientos que luchaba por salir a la superficie. Tchouaméni y yo habíamos compartido algunos encuentros casuales en el pasado, intercambiando sonrisas y saludos amigables, pero nunca había tenido el coraje de confesarle lo que realmente sentía.

Después del partido, me encontraba en el vestíbulo del estadio, aún absorta en mis pensamientos, cuando de repente escuché mi nombre.

"¡________!"

Volteé para encontrarme con la mirada penetrante de Tchouaméni, quien se acercaba hacia mí con paso decidido. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, y de repente me sentí abrumada por la presencia del futbolista que había llenado mis sueños durante tanto tiempo.

"¡Hola!" dije, tratando de mantener la compostura mientras luchaba contra los nervios que amenazaban con traicionarme.

Se detuvo frente a mí, con una expresión seria en su rostro que me llenó de temor. "Necesito hablar contigo, ________. Hay algo importante que debo decirte".

Mis manos comenzaron a temblar, y una sensación de ansiedad se apoderó de mí mientras esperaba a escuchar lo que él tenía que decir.

"_________, lo siento mucho, pero tengo que irme", dijo con voz entrecortada, sus ojos evitando los míos mientras hablaba. "El club me ha transferido a otro equipo en el extranjero, y tengo que irme".

Sentí como si el suelo se abriera bajo mis pies, dejándome caer en un abismo de desesperación y confusión. ¿Cómo podía ser que el hombre que ocupaba mis pensamientos día y noche se alejara de mi vida en un abrir y cerrar de ojos?

"No puedo creerlo", susurré, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. "¿Por qué? ¿Por qué ahora?"

Tchouaméni suspiró, su mirada llena de pesar mientras finalmente encontraba el coraje para enfrentarme. "Lo siento, _______. Es una decisión que está fuera de mis manos. Pero quiero que sepas que siempre te llevaré en mi corazón, sin importar a dónde vaya".

El peso de sus palabras se instaló en mi pecho, dejándome sin aliento mientras luchaba por procesar la enormidad de lo que estaba sucediendo. En medio del caos y la confusión, una cosa quedó clara: el destino había intervenido para separarnos, pero el amor que sentíamos el uno por el otro trascendía cualquier distancia o desafío.

Y así, mientras lo veía alejarse en la distancia, supe que nuestro amor sería la fuerza que nos mantendría unidos, incluso cuando el mundo conspirara para separarnos. Porque aunque él pudiera estar lejos físicamente, su presencia seguiría llenando mi corazón con la misma intensidad que siempre lo había hecho.

Pasaron los días, las semanas, y cada momento parecía más vacío sin la presencia de Tchouaméni a mi lado. Intenté mantenerme ocupada con mi trabajo y mis actividades diarias, pero su ausencia se hacía cada vez más difícil de ignorar.

Una tarde, mientras paseaba por las calles de Madrid, me detuve frente a un pequeño café que solíamos frecuentar juntos. Las memorias de nuestras conversaciones íntimas y risas resonaban en mi mente, y no pude evitar sentir un nudo en la garganta al recordar los momentos felices que compartimos.

Decidí entrar al café, buscando un momento de tranquilidad en medio del caos emocional que me consumía. Me senté en una mesa junto a la ventana, observando el ir y venir de la gente en la calle mientras esperaba mi pedido.

De repente, una voz familiar rompió el silencio a mi alrededor. "_______, ¿eres tú?"

Levanté la mirada para encontrarme con los ojos cálidos y familiares de Tchouaméni, quien estaba parado frente a mí con una sonrisa nerviosa en el rostro. Mi corazón dio un vuelco de sorpresa y alegría al verlo allí, de pie ante mí como un rayo de luz en medio de la oscuridad.

"Tchouaméni", murmuré, apenas pudiendo creer lo que veían mis ojos. "¿Qué estás haciendo aquí? ¿No te habías ido?"

Él se sentó frente a mí, su expresión llena de determinación mientras hablaba. "________, cometí un error al irme sin decirte adiós adecuadamente. Me di cuenta de que no puedo alejarme de ti, de nosotros, sin intentar arreglar las cosas".

Las lágrimas brotaron de mis ojos mientras absorbía sus palabras, abrumada por la intensidad de mis emociones. "Pensé que te había perdido para siempre", confesé, sintiendo el peso de la angustia que había llevado dentro durante tanto tiempo.

Tchouaméni tomó mis manos con ternura, sus ojos buscando los míos con una intensidad que me dejó sin aliento. "Nunca te perderé, ________. Eres lo más importante en mi vida, y haré todo lo que esté en mi poder para estar a tu lado".

En ese momento, supe que estábamos destinados a estar juntos, que ninguna distancia ni obstáculo podría separarnos. Nos abrazamos con fuerza, prometiéndonos el uno al otro que nunca volveríamos a dejar que el miedo y la incertidumbre nos separaran.

Y así, mientras nos aferrábamos el uno al otro con renovada determinación, supe que nuestro amor era más fuerte que cualquier adversidad que la vida pudiera arrojarnos. Porque cuando dos corazones están destinados a encontrarse, nada en este mundo puede detenerlos.

One shots futbolistasWhere stories live. Discover now