Tras una pausa, Chiara se aproximó al micrófono y pronunció: -Este es un mensaje para el chico que me besó en la fiesta del sábado... No sé quién seas, pero te voy a encontrar.
Estaba aislada en el estudio, una habitación a prueba de sonido, sin emb...
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Obsesión.
Perturbación anímica producida por una idea fija.
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La suave música que servía de ambientación en la cafetería poco hacía para combatir la pesadez de la mañana. Frondosos potus colgaban sobre la vidriera vacía donde deberían exhibirse las tortas y tartas, una pantalla sobre el mostrador mostraba un fondo colorido sobre el cual rezaban las palabras Reggae Hits Café y, salvo por las dos parejas sentada en extremos opuestos del lugar, las mesas desocupadas a lo largo de la sala realzaban la desgana matutina de cualquiera que ingresara. El barista —un joven que no debía ser mucho mayor que ella— preparó su café con monotonía, visiblemente aburrido ante la falta de un estímulo que quebrara la rutina.
Claro que Chiara no se reparó en todo eso. En un día corriente lo notaría como una observación para matar el tiempo, pero esa tarde no era capaz de fijarse en nada, demasiado abstraída incluso para notar lo que el barista hacía al otro lado del mostrador.
Ese estado no era bueno, en absoluto.
En primer lugar, si no lo superaba pronto interferiría con su trabajo de la radio, pues el programa que transmitía requería de su completa atención a los detalles, siempre alerta a los cotilleos y a la espera de comentarios que ofrecieran nuevo material para crear contenido.
En segundo lugar, significaba que estaba jodida.
Ni bien recibió el café, se apartó del mostrador y tomó asiento en una de las mesas apartadas del rincón. Contempló la insulsa taza donde la bebida humeaba sin verla en realidad. Al cabo de un rato, se llevó ambas manos al rostro y soltó un quejido. Se dedicó un colorido catálogo de improperios mientras negaba con la cabeza, sin importarle lo loca que pudiera lucir.
Esa mañana, al despertar, los nervios se le dispararon en cuanto tomó conciencia del mundo y los recuerdos de la noche anterior la asaltaron. Creyó que con el paso de las horas lo superaría. Era la novedad, eran los residuos de la emoción que volver a besar a alguien le había dejado, era culpa del alcohol, era la intriga... como esas, ideó muchas excusas, pero el día avanzó y el retorcijón en su estómago permaneció inmutable.
El recuerdo del beso persistía en su mente. No era de extrañar, considerando que había sucedido la noche anterior, pero el hecho de que con él revivía de forma reiterada aquel sentimiento adictivo que le había causado era una mala señal. El corazón se le aceleraba cada vez que pensaba en ello.
Necesitaba saber quién fue. Necesitaba quitarse de encima la duda de si aquel beso había significado algo o si estaba armando una fantasía a raíz de un engaño. Si todo era parte de una maquinación de su desesperada soledad... pues, se sentiría incluso más patética, pero al menos sabría la verdad. Y si no era su imaginación, si realmente existía alguien que deseaba besarla como si Chiara mereciera todo el cariño del mundo...
