Tras una pausa, Chiara se aproximó al micrófono y pronunció: -Este es un mensaje para el chico que me besó en la fiesta del sábado... No sé quién seas, pero te voy a encontrar.
Estaba aislada en el estudio, una habitación a prueba de sonido, sin emb...
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Reunión.
Encontrarse por común acuerdo en un lugar previamente establecido con el fin de trazar un plan de acción y no morir de vergüenza en el proceso.
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Salió de la sala de computación y se dirigió al aula 305, de modo que llegó un poco antes de la hora pactada.
Como era de esperarse, el interior estaba repleto de pupitres vacíos que solo se utilizaban en el turno nocturno. Se dirigió a uno de los del frente y tomó asiento para esperar. El bullicio de los estudiantes que abandonaban las clases y se amontonaban en el pasillo rumbo a la salida invadió el aula durante un minuto estruendoso solo para desaparecer con la misma instantaneidad. La velocidad de la gente cuando era momento de regresar a casa no tenía igual.
Sacó el móvil y abrió un juego para matar el tiempo.
La música de las explosiones y los saltos fue todo lo que la acompañó durante unos minutos más, hasta que por fin Andrew asomó por la puerta vistiendo sus usuales pantalones cargo y la sudadera deportiva que estaba de moda en esos días. Chiara levantó la mirada de inmediato, topándose con los ojos miel que parecieron iluminarse al verla, consecuencia de la enorme sonrisa que él le enseñó.
—Luminosa, ¡qué puntual! ¿Es porque quieres empezar cuanto antes o porque no aguantabas las ganas de verme?
—¡Ya quisieras! A diferencia tuya, tengo clases los viernes, me encontraba aquí. —Desvió la mirada para ocultar su rubor—. No te halagues tanto.
—Hmm, claro, como digas.
Andrew avanzó hasta ella, aunque no se acercó mucho. Cruzó los brazos, los descruzó y luego se frotó la nuca con la mano, evitando la mirada de Chiara. Esta última tampoco supo qué decir, mientras un nudo de nervios injustificados se apoderaba de su abdomen. Al caer en cuenta de que el tiempo corría y ella no hacía más que mirarlo como una tonta, se aclaró la garganta y enderezó los hombros para adoptar la actitud profesional de la cual siempre se jactaba. Juntó las manos sobre la mesa y entrelazó los dedos.
—Star. Gracias por venir.
Él parpadeó con una especie de sorpresa en la mirada antes de estallar en una carcajada estruendosa.
—¡Ah, por favor! ¿Qué es esto? ¿Una reunión de negocios? —Volvió a soltar otra risotada.
Apretó los labios para combatir la vergüenza, mas no se dejó doblegar.
—Podemos decir que lo es. De hecho, preferiría que lo tratemos de esa manera.
—Ajá, no sea que esto se confunda como un momento de calidad entre amigos —agregó Andrew con una sonrisa entretenida—. Lo juro, Luminosa, eres todo un caso.
