Con una pizca de curiosidad

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Una semana después de aquel incidente en la azotea, Kho aún no se había dado por vencida. La voz del profesor de matemáticas sonaba como música de fondo en sus pensamientos. Centrada en el garabato que estaba haciendo con su portaminas rosa, Kho no se sentía con fuerzas para prestar atención en aquella clase. Moviendo la muñeca para trazar una serie de bigotes al gato de su dibujo, suspiró.

No había ocurrido nada después de su encuentro con Io'ri. Tampoco había vuelto a hablar con él desde su extraña conversación. Por una parte, Kho era consciente de que era mejor no intervenir más con un chico con tan mala reputación. Aunque dentro de sí misma sabía que no era mal chico, las voces de su alrededor no le paraban de susurrar que estaba entrometiéndose en un mundo que no era apto para ella. A ojos inexpertos, Io'ri era un chico algo problemático, pero con un futuro deportivo brillante delante de él. Sin embargo, la verdad iba mucho más allá. Aún no había conseguido descubrir muchos detalles al respecto, pero todos los encuentros sentimentales del chico estaban relacionados con su vida fuera del instituto.

Un pesado suspiro se escapó de entre sus labios. Tanto su hermano como Y'hlei le habían contado sobre las peleas que Io'ri solía tener fuera. No conocía del todo la naturaleza de ellas, pero estaba segura de que no se trataba de un simple juego de niños. Y, entonces, ¿por qué estaba tan empeñada en entrometerse en algo que no la incumbía? Ella era una chica simple; no tenía nada que ver con el mundo de las peleas ni las fiestas desenfrenadas con sexo y alcohol. Tampoco quería ser relacionada con ese tipo de cosas y, aun así, Io'ri le provocaba el efecto contrario. No es que sintiera nada por el chico, ni que buscase hacerlo, pero una extraña atracción magnética le hacía ser incapaz de sacárselo de la cabeza. Al recordar su mirada y el empeño del chico durante el partido, su corazón le decía algo diferente que su cerebro. Era frustrante, pero no podía hacer nada para remediarlo.

De fondo, el profesor seguía explicando unos ejercicios de trigonometría en la pizarra. Alzando la vista, Kho miró a su derecha para hacer contacto visual con Y'hlei, quien la miraba con ambas cejas levantadas y una sonrisa. Kho sintió como su ceño se frunció ante esa cara y le sacó la lengua para decirle de manera indirecta que parase. Mirando su dibujo, volvió a resoplar. Le gustaría volver a hablar con Io'ri, pero, para el rey del instituto, ella era solo una completa desconocida. Nadie interesante, ni siquiera alguien con el que pudiese tener una conversación normal.

Sintiendo como el incansable flujo de sus pensamientos internos le empezaba a agobiar, al oír el sonido del timbre decidió volver a la realidad y cerrar la libreta con rapidez.

—Una menos... —murmuró mientras se levantaba de la silla.

A su lado, Y'hlei se acercó de puntillas hasta darle un suave golpe en la espalda con la palma de su mano.

—Llevas toda la clase suspirando. ¿Estabas pensando en tu príncipe azul o algo? —bromeó con una sonrisa en sus labios —. Sabes que me lo puedes contar.

Kho la miró de reojo sin decir nada y la ignoró. Cogiendo su almuerzo de la mochila, caminó hacia la puerta del aula. Quería mucho a su amiga, pero a veces no sabía cómo lidiar con ella. Sus bromas siempre iban con buenas intenciones y, sin embargo, no podía evitar pensar que algunas las hacia para ponerla entre la espada y la pared. A su espalda, la peliazul la siguió de cerca con la misma sonrisa que antes. Lo bueno era que al menos no se ofendía tan fácilmente.

En silencio, ambas caminaron por el largo pasillo de primero. Los estudiantes salían de sus aulas con rapidez, algunos alzando sus manos para llamar a sus amigos. El barullo se extendía por todo el edificio, pues era la hora sagrada del alumnado. Un montón de personas se aglomeraban en los pasillos, formando pequeños grupillos para hablar o comentar el día. Otros, en cambio, caminaban como ellas hasta el recibidor principal del instituto para poder salir y disfrutar de su almuerzo al aire libre. Mirando a sus lados, Kho aún podía sentir algunas incómodas miradas en ella mientras caminaba. Nunca le había importado en exceso que hablasen de ella a sus espaldas, pero empezaba a ser un poco cansino. Sabía a la perfección lo que la gente cuchicheaba, pero tampoco es que pudiera hacer nada para evitar los cotilleos. Si la gente quería pensar que Io'ri y ella tenían algo entre manos, lo mejor sería que se decepcionaran por sí mismos al descubrir la verdad.

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