Gamberros y cafeterías

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—¿Queda mucho para llegar?

—Como te sigas quejando faltará aún más —contestó el chico mientras daba golpes en la pantalla de su móvil.

Kho le miró de reojo y suspiró. Habían pasado por lo menos treinta largos minutos desde que habían salido del instituto en busca de aquella misteriosa cafetería. Treinta largos minutos en los que solo habían andado entre interminables calles sin llegar a ningún sitio. Al principio, Kho prefirió seguirle el juego y no decir nada para así no provocar a Io'ri, pero la paciencia de Kho también estaba llegando a su límite.

Por suerte, la chaqueta de Io'ri había logrado bloquear el frío y estaba mucho más a gusto que antes, pero eso seguía sin excusar todas aquellas estúpidas vueltas que la estaba obligando a dar.

Metiendo las manos en los bolsillos, Kho se puso al lado de Io'ri e intentó asomarse para ver la pantalla de su móvil.

—¿Seguro que sabes usar el mapa?

Io'ri dio un brinco hacia un lado al sentir la voz de la chica en su oreja.

—Si tan lista te crees. Hazlo tú —dijo escondiendo la pantalla del móvil con su cuerpo.

—Lo haría si me dijeras al menos adónde vamos —contestó Kho sin moverse de su sitio después de ver los extraños intentos de Io'ri por ocultarle los contenidos de su teléfono.

Otro pesado suspiro se escapó de entre los labios de Kho y decidió ignorarle como había estado haciendo. En su lugar, decidió observar sus alrededores. Se habían metido en la ciudad y habían dejado de lado la zona más residencial de Eorzea. La principal diferencia entre ambas zonas estaba en que ahora grandes edificios de varias plantas los rodeaban por todos los costados y una gran avenida cortaba el ancho de la calle. Kho no solía venir mucho por aquella zona, principalmente porque prefería ir al centro comercial que había en el centro de la ciudad. Callejear y andar durante mucho rato no estaba entre sus actividades preferidas.

No obstante, lo peor no era aquello, sino la afluencia de gente en hora punta. Las calles estaban abarrotadas, muchos saliendo del trabajo y otros yéndose de fiesta. Todo aquel bullicio hizo que Kho debiera tener el triple de precaución para no perder a Io'ri entre la masa de gente. El chico estaba tan absorto en lo que estaba aconteciendo en la pantalla de su móvil que parecía haberse olvidado por completo de su acompañante.

Sacando las manos de su sudadera, Kho volvió a ponerse al lado del chico e intentó mantener su ritmo. Si lo perdía entre tanta gente sí que ya podría dar por perdido aquel intento de cita.

Sin que este lo notara, Kho miró de nuevo a su derecha. Io'ri iba alternando su mirada entre la pantalla y el frente, esquivando a todas las personas que se cruzaban en dirección contraria. Había estado más callado de lo normal, lo cual sorprendió a Kho. No es que prefiriera que estuviese hablando para soltar alguna de sus borderías habituales, pero tanto secretismo la tenía intrigada.

Sin que pudiese pensarlo dos veces, su mano se había movido instintivamente hacía la sudadera que Io'ri llevaba puesta. El roce de la tela con la yema de sus dedos sobresaltó a ambos, haciendo que sus miradas se cruzasen por primera vez en minutos.

—¿Qué haces? —preguntó el miqo'te al sentir la tensión de la tela en su brazo.

Kho se quedó en blanco mirando como sus dedos sujetaban la manga de la sudadera de Io'ri. Tenía que pensar en una excusa rápida para encubrir lo que podría definirse como la cosa más estúpida que había hecho su cerebro hasta ahora.

—Ah. Es que hay mucha gente. No quería perderme —dijo con las esperanzas de que fuese suficiente para convencer al chico.

No era del todo mentira, pero aún no entendía por qué su cerebro había pensado en eso como una buena idea.

Spring FlavouredWhere stories live. Discover now