Capítulo 2

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El técnico, ya acostumbrado al extraño comportamiento del capitán, no hizo esfuerzos adicionales para convencerlo de unirse al entrenamiento. En su lugar, se limitó a ordenar a los demás jugadores que retomaran sus actividades. Mientras tanto, Cristian, aprovechando la distracción general, intentó alejarse discretamente del campo de juego, sin siquiera despedirse del coreano.

-Te escribí – dijo con impaciencia, sujetándole del brazo para detenerlo-.

-Lo se - respondió con frialdad-. 

-Habíamos quedado en algo. 

-No seas pesado Sonny.

-¿Por qué le entregaste...?

- Si vas a joder por la camiseta, tengo más en casa.

El problema no era la camiseta, sino la actitud extremadamente irritante que Cristian había adoptado desde su regreso. Además, lo trataba como si fuera el culpable de su propio comportamiento errático. 

-Si te sucede algo, confía en mí – pronuncio, sin apartar la vista de los tatuajes que ahora adornaban gran parte de su brazo descubierto- ¿vamos por un café?

-Siento que no estás captando el mensaje- con su mano libré lo empujó descuidadamente, para luego arrugar la nariz con asco- controla esas feromonas, el olor a vainilla es repugnante. 

-¿Qué?

El comentario imprudente de Cristian fue la gota que rebalsó el vaso. En ese instante crítico, ni el mantra que había aprendido pudo aplacar su naturaleza dominante y combativa.

Con la velocidad de un depredador, Heung-Min lanzó su puño hacia el rostro del cordobés, pero este lo esquivó con una agilidad sorprendente. La reacción violenta solo sirvió para provocar una sonrisa juguetona en los labios de Cristian.

Mientras uno hallaba diversión en este juego tonto, el otro estaba consumido por el deseo de desfigurarle el rostro a su oponente. 

Lamentablemente, cada intento fue en vano, Cristian anticipaba cada movimiento con una precisión desconcertante. ¿Sería posible que lo conociera demasiado bien? 

-Basta! - gritó Romero, su voz repentina y autoritaria, inmovilizo a Son como si una fuerza invisible lo aprisionara-. 

Sus ojos se abrieron horrorizado, sus puños se cerraron con fuerzas, clavándose las uñas en las palmas de la mano. Sonny respiro profundamente en un intento desesperado de mantener su compostura. El nuevo descubrimiento lo tenía desorientado, había muchas cosas que procesar y una de ellas era la realidad de su vulnerabilidad frente a su amigo.

-¿Desde cuándo? – pronuncio con dificultad-.

-Desde siempre - su respuesta fue simple y directa-.

-Ustedes...– señalo a los gritos el técnico a medida que se acercaba – los capitanes del equipo, ¿Qué demonios están haciendo?

- Estamos jugando – intervino el argentino rápidamente en defensa propia, aprovechando el evidente estado de shock del otro-. 

La ira de Ange se disipó al encontrarse con el rostro demacrado de Sonny, estaba irreconocible, su piel normalmente resplandeciente y cargada de vitalidad, ahora estaba pálida y marcada por sombras oscuras debajo de sus ojos sin brillos.

-Lleva a Sonny a la enfermería – ordenó entré preocupado y molestó. Molesto con Cristian por su aparente indiferencia al deterioro de la salud de no solo su capitán, sino de su amigo-. 

 A pesar de la tensión que los envolvía, Romero obedeció la orden de su entrenador. 

Durante el trayecto lo sostuvo firmemente de la cintura, vigilando que no tropezara debido al reciente desgaste de energía.

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