Una noche para recordar

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Recuerden que continuamos en el pasado

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Romero revisó nuevamente la lista que había escrito unos días atrás para no olvidarse de nada, mientras escuchaba a lo lejos a su amigo quejarse del porque tenía que irse tan pronto si aún faltaba una semana.

A veces se preguntaba de donde sacaba tanta paciencia para aguantarlo, el coreano no solo era caprichoso, cargoso y divertido, si no que también un hincha pelota.

Había llegado al departamento del argentino con la excusa de ayudarlo a preparar las valijas y en realidad lo que menos hizo fue ayudarlo. Desde que llegó se dedicó a esconderle el pasaporte, la billetera y la ropa que el ya había organizado con anticipación.

Por suerte, ahora lo tenía entretenido mirando una novela argentina y podía jurar que cuando llegara al capitulo donde su amado alemán muriera, iba a terminar llorando.

Pero se lo tenia merecido, por hacerle ver series que eran verdaderamente desgarradoras.

Aprovechando la distracción de su amigo, Cristian deslizó su mano hacia el set de mate y extrajo las dos píldoras que escondía en un compartimento secreto. Con un gesto mecánico, las deposito en su boca y las trago sin agua, sintiendo como el amargo sabor se esparcía por su lengua.

Las pastillas tardaron poco en hacer efecto, y una oleada de mareos lo golpeó con fuerza. Se sujetó fuertemente de la mesa de la cocina, odiaba esa sensación, odiaba la dependencia que su cuerpo había desarrollado hacia esas pequeñas capsulas. Pero sin ella, su vida se convertiría en un caos de feromonas y de limitaciones que no estaba dispuesto a pasar.

Fingir ser algo que no era fue el método más fácil que encontró, era una máscara que usaba no solo para protegerse a si mismo, sino también para preservar la relación con Heung-Min.

Aunque el dolor mental y físico que le causaba era un precio demasiado alto que pagar.

Ansiaba el día en que pudiera liberarse de ese problema que le generaba los inhibidores y vivir sin tener que inventar excusas cada vez que perdía el control de su propio cuerpo.

-¿Por qué estás escondido en este lugar? - Antes que pudiera reaccionar, el coreano se le tiró encima sin ningún cuidado a pesar de que Romero estaba medio doblado - No me dejes solo.

- Sos pesado nene - habló una vez que recuperó el aliento - vine a buscar unas cosas y me olvidé. ¿Tenes hambre?

-¿Vas a cocinar?

-No, ¿Vos?

Ambos se miraron por unos segundos y estallaron en una sonora carcajada. La idea de que alguno de ellos pudiera preparar algo comestible era absurdo.

-¿Ramen?- preguntó Sonny divertido-.

-Estoy podrido de los fideos - se quejó Cristian - creó que quedo pizza de anoche.

-Vamos a mi casa, mi mamá siempre guarda aperitivos - informó entusiasmado, aferrándose a su brazo como si de eso dependiera respirar - lleva todo y de pasó, te quedas a dormir conmigo.

-¿Vas acompañarme al aeropuerto?

-¿No te gusta?.

-Obvió que si tonto - respondió Cristian, besando su mejilla cariñosamente - quiero ver tu cara fea llorando por mi.

-Hay que ver quien llora por quien - lo desafío, sintiéndose herido por el comentario sobre su apariencia-.

El viaje hasta la casa de los padres de Son fue breve y placentero. Cada vez que viajaban juntos, la playlist se dividía entre cuarteto y K-Pop, pero a veces el romanticismo se apoderaba de ellos y terminaban cantando baladas en español o en inglés. Todo dependía del ánimo con el que se encontrarán para hacer el ridículo durante el trayecto.

Quédate ConmigoWhere stories live. Discover now