°★•𝑨𝒕𝒓𝒂𝒑𝒂𝒓 𝒖𝒏𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂•★° [+18] ᵀᵃᵉᴷᵒᵒᵏ

★Capítulo 57 ~ Parte 1★

‼️* Este capítulo contiene escenas violentas*‼️

—¿Qué? —cuestiona con sorpresa, tan en shock por esas palabras que duda de haberlas escuchado realmente.

—Tienes que volver, Tae —reitera el menor, su voz ahora más cargada de pesadumbre.

Taehyung termina de incorporarse hasta quedar sentado en el centro de la lona del ring, cruzado de piernas, desnudo, mirando la espalda descubierta del otro sin apenas parpadear.

Y no recuerda haber sentido tanto frío nunca, esa clase de frío que se experimenta cuando todas tus emociones se quedan paralizadas, flotando sin rumbo dentro de ti, sin un destino, hasta que terminan por desvanecerse.

—¿Qué estás diciendo? —habla con debilidad, su voz siendo apenas un susurro que no podría oírse de no ser por el abrumador silencio que les envuelve.

—Tae, escúchame... —pretende sonar implacable, convencido, a pesar de sentirse completamente débil por dentro.

—No... —balbucea—, ¡NO! —niega repetidamente con la cabeza, afianzando esa negativa—, no pienso volver, no quiero volver, no voy a volver.

Su mirada melancólica y confusa se cruza con la de menor cuando este, al fin, se da la vuelta y sus pupilas ahora están cubiertas de una sombra que no había visto nunca antes en ellas, lo que hace que todo su interior tiemble, que todo lo que le sostenía hasta ahora se tambalee.

—A no ser que... —titubea, siendo incapaz de descifrar lo que sus ojos negros intentan decirle—, ¿tú quieres que... quieres que vuelva? ¿quieres que me vaya?

—No —se apresura a responder, tan rápido como sus pies se mueven hacia el otro y sus piernas se doblan delante de él.

Se arrodilla ante él, rozándose con la piel opuesta, y cuando sujeta sus manos puede sentir con total nitidez el fuerte temblor que las atenaza, su tez fría, su mirada perdida.

—No quiero que vuelvas, Taetae —le dice con ternura—, no quiero que te separes de mí.

—¿Entonces que...? ­

—Esto —intenta enseñarle esos mensajes en el móvil que aún sostiene, los culpables de sus palabras.

—Me da igual, Koo, no quiero verlo —dice de forma tajante sin hacer ningún amago de mirar esa pantalla.

—Tienes que verlo —le insiste.

—No —niega de nuevo, también con la cabeza—, no quiero verlo, no me importa lo que sea.

—Taeate, por favor —le ruega con dulzura.

—¡NO! —su grito ahogado corta la quietud de la sala—, me da igual lo que ese monstruo diga.

—Es tu padre...

Su mirada se mantiene fija en el rostro contrario, viendo como esos ojos de sol se nublan un poco ante sus últimas palabras, como se empañan; puede ver ese instante de incertidumbre, de duda, de miedo, de culpabilidad, naciendo en su interior y refulgiendo en el fondo de sus pupilas.