14. Reencuentro.

75 21 16
                                    


Durante varios minutos, Atsumu no dijo una sola palabra. 

Solo miró fijamente a los ojos de Osamu, con una expresión atormentada en su rostro. No fue hasta que sus ojos comenzaron a llorar que Osamu realmente entendió cuánto dolor había sentido Atsumu. Observó cómo lágrimas caían de los ojos de Atsumu mientras hablaba.

—Tú —dijo con voz temblorosa—, maldito bastardo... 

—Tsumu, déjame... 

—¡No dije que pudieras hablar! —Atsumu agarró los brazos del trono del rey, su trono— Yo soy tu rey. ¡Estoy por encima de ti, príncipe inútil! Así que obedéceme —Osamu cerró la boca. No temía a su hermano, y nunca lo haría. Pero su corazón se rompió por el estado en el que se encontraba Atsumu, incluso el rostro de Sakusa estaba tenso. 

Atsumu estaba colapsando. Escondió la cara contra su antebrazo mientras todo su cuerpo se retorcía en sollozos. Incluso tiró de su pelo y gotas de sangre corrieron por los lados de su cabeza desde donde la corona del rey lo raspaba. Osamu y Sakusa no podían hacer nada más que mirar. Atsumu sacó un pequeño y arrugado trozo de papel del bolsillo de su capa. Osamu lo reconoció de inmediato. Era la carta que le había escrito a Atsumu antes de irse. Empezó a leerlo en voz alta. 

—Querido Atsumu —comenzó, haciendo una pausa mientras salía otro sollozo—. Debo irme esta mañana. Es mi única oportunidad de escapar del reino. Es mi única oportunidad de no ser coronado rey —leyó mientras se secaba las lágrimas con rabia—. Me subiré a un barco y navegaré lo más lejos posible para escapar de mis deberes. Lamento profundamente no tener tiempo para despedirme, pero por favor, espero que sepas que te amo. Tú eras lo único bueno de este castillo —su gemelo hizo una pausa, mirando a Osamu a los ojos. El propio Osamu no pudo evitar que sus propias lágrimas cayeran. Sabía que dejar atrás a Atsumu e irse sin siquiera despedirse, era la peor decisión que había tomado en su vida—. No sé cuánto tiempo estaré fuera. Mi único objetivo es arrancar de este sufrimiento —Atsumu terminó—. Te volveré a ver algún día, hermano, no sé cuándo, pero te prometo que nos reuniremos —su gemelo se quedó mirando la carta durante otro minuto. Luego se lo volvió a guardar en el bolsillo—. Tú me abandonaste —murmuró con la voz apretada mientras la corona se inclinaba sobre su cabeza. Era demasiado grande para él. Nunca fue para él—. Me dejaste, 'Samu. ¿Cómo pudiste hacerlo? —al rey se le quebró la voz y luego se inclinó hacia delante, gritando a todo pulmón— ¡¿Dices que me amas, pero te vas sin siquiera abrazarme para despedirte?! ¡¿Qué clase de hermano hace eso?! ¡¿Qué clase de persona soy yo para alegrarme de que te hayan retenido como rehén?! Que tendrías una razón para volver al castillo y mirarme a los ojos antes de irte de nuevo... 

—Volví por ti —sollozó el peligris, inclinándose para apoyar sus manos sobre sus rodillas—. Volví por ti, 'Tsumu.

—¡Llegas demasiado tarde! —Atsumu se puso de pie, bajando los escalones, se detuvo justo en frente de Osamu, con los puños apretados a los costados. La sangre seguía corriendo por los lados de su cara— Ya soy rey, 'Samu. Es demasiado tarde. Llegas demasiado tarde... 

—No pensé que a estas alturas te hubieran coronado —el labio inferior de Osamu tembló—. Pensé que nuestro padre habría esperado al menos un año antes de coronarte... 

—Nuestro padre ha muerto —Atsumu escupió, sus ojos eran ilegibles—. Fue asesinado varias horas después de que te fueras. Un espía enemigo se coló, alegando que sabía dónde estabas. Mi padre estaba tan desesperado por encontrarte, que lo dejó entrar sin siquiera buscarle armas. Y en cuestión de minutos, se estaba desangrando en el suelo —Osamu solo podía mirar a Atsumu, sintiendo conmoción—. Con el príncipe heredero desaparecido y el rey muerto, el reino estaba en peligro —susurró Atsumu—. Así que esa noche, mi propio guardia personal me arrastró desde mi habitación hasta el trono —escupió. Sakusa se estremeció levemente en el fondo, con un claro gesto de dolor en su rostro—. Y no importó lo mucho que luché, no importó lo mucho que arañé su maldito rostro... —su voz tembló—. No importó cuántas veces dije que no, me pusieron de rodillas justo donde estás sentado ahora y colocaron la corona en mi cabeza. Y ahora soy el rey. Y tú, príncipe Osamu, me has traicionado... —su voz cada vez suena más golpeada, soltando aquella tristeza y rabia contenida.

El precio de ser un príncipe ; osasuna ff.Where stories live. Discover now