18. Enamorado.

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Al día siguiente, los cuatro se sentaron en la cubierta. Todos tenían pequeñas porciones de pescado sobre sus regazos. Suna tenía una botella de vino sin abrir debajo de la pierna, y una vez que todos terminaron de comer, lo descorchó. 

—¿Dónde están las copas? —preguntó Atsumu. 

—¿Acaso crees que somos ricos? —Suna levantó las cejas.

—De hecho.

—Abre la boca —Atsumu hizo lo que le dijeron sin rechistar, por lo que Suna le sirvió vino directamente a la boca. Debe haber sido algo amargo, porque Atsumu inmediatamente corrió su cara hacia un lado y lo escupió—. Pedazo de mierda —gruñó Suna y Sakusa lo miró con un semblante amenazador—. ¿Qué? Pagué buen dinero por eso.

—Dinero que me robaste —Atsumu respondió a modo de broma—. Lo admito, tu pequeño atraco y el de Osamu fue un buen plan. Pero aún así, ¿no crees que deberías darme al menos un poco de ese dinero?

—Fuiste tú quien pagó el rescate. Entonces, no. Ahora es mi dinero.  

—¿Qué dijiste? —chasqueó los nudillos y se acercó hacia Suna. 

—Ya deja de joder. 

—¿Qué dijiste, pirata asqueroso? —Suna se puso de pie burlonamente. 

—¿Qué me vas a hacer? Si eres un rey débil que ni siquiera puede tolerar un vino ligeramente añejo.

—Puedo tolerar el vino, idiota —Atsumu escupió—, siempre y cuando no sepa a basura. Con doscientos millones de yenes, al menos podrías haber conseguido algo mejor... —los dos continuaron su lucha en la mitad trasera de la nave. Osamu solo suspiró, mirando a Sakusa, quien bebía de la botella de vino con facilidad, cerrando los ojos ante el sabor de la uva golpeando su paladar. En el momento en que Suna y Atsumu comenzaron a luchar físicamente, Sakusa ya se había bebido gran parte de él. 

—Dame un poco —dijo Osamu extendiendo su mano, el guardia no dijo nada, tan solo te extendió el botellón. El peligris solo pudo beber unos pocos sorbos antes de estremecerse físicamente, por lo que Sakusa soltó una leve carcajada. 

—Tú y tu hermano me hacen más feliz de lo que nunca había sido en mi vida —Osamu miró fijamente a Sakusa por un momento, deslizando suavemente el corcho de nuevo en la botella. El viento soplaba sus rizos mientras la expresión que se dibujaba en su rostro demostraba como aquella coraza que siempre traía consigo se quebraba. Se veía más tranquilo. Se veía feliz. 

—Entonces, ¿realmente te quedarás con nosotros? —preguntó Osamu y el pelinegro asintió. 

—Atsumu tiene miedo de estar en el mundo exterior sin mí —respondió, desviando la mirada hacia el horizonte—. Así que le prometí que me quedaría con él durante el primer año. Luego, si quiero, me dejará romper mi juramento y seré libre de ir a donde me plazca. Incluso de vuelta al reino, si así lo deseo —la mirada en sus ojos era lejana, casi ida. Una mirada que había aparecido en él cada vez que los gemelos le hablaban a Sakusa en el castillo, cuando no podía responder.

—Pero te vas a quedar con Atsumu, ¿no? —murmuró Osamu por lo bajo, colocando la botella de vino en su regazo. En el fondo del barco, Suna estaba ganando la pelea, y es que era experto en lucha. Había aplicado una llave de sujeción contra Atsumu mientras se reía estrepitosamente, por lo que el rey le gritaba a Sakusa que viniera a ayudarlo. El guardia simplemente fingió no oír— Te preocupas demasiado por él como para irte... En realidad, no quieres romper tu juramento —Sakusa rápidamente endurece su mirada. 

—¿Qué te hace pensar eso?

—Por la forma en la que dices su nombre, Kiyoomi —respondió con simpleza—. Lo dices como si fuera lo más hermoso y preciado que tienes... como si estuvieras enamorado de él, y estoy dispuesto a apostar que lo has estado durante años, pero ninguno de los dos pudo darse cuenta... —Sakusa agarró la botella de vino de la mano de Osamu y se puso de pie. Y por un momento, Osamu temió que el guardia fuera a romperla sobre su cabeza para mantener oculto su secreto. Pero solo abrió la boca. 

—Los guardias no aman, príncipe Osamu —Sakusa siseó—. No lo amo.

—¡Omi! —gritó Atsumu desde el fondo, Suna le sujetaba los brazos a la espalda, sentado sobre sus piernas— ¡Omi! ¡Ayuda! ¡Me están pateando el trasero! —Sakusa solo suspiró, subiendo los pocos escalones. Dejó el vino en el suelo y, a la velocidad de la luz, agarró a Suna por la parte superior del brazo y la parte superior del muslo, inmovilizándolo en cuestión de segundos— ¡Yo gané! —Atsumu inmediatamente levantó las manos en el aire con una amplia sonrisa en su rostro— ¡Gané la pelea! ¡Vencí a un capitán pirata! —mientras Atsumu celebraba, Osamu mantuvo sus ojos en el rostro de Sakusa, notando la leve sonrisa que se dibujaba en sus labios.

Podía notar el amor desbordar sus ojos.

Podía notar el amor desbordar sus ojos

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hola misamores<3 ¿cómo están? c: 

traigo nuevo cap, algo cortito pero wonito

El precio de ser un príncipe ; osasuna ff.Where stories live. Discover now