CAPÍTULO 13

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Capítulo 13

El alojamiento

๑ Charlotte ๑

—Gracias por ayudarnos con el equipaje, Sebastián. —Hice una reverencia recta, en noventagrados, para mostrarle mi gratitud—. Fue de mucha ayuda que cargaras parte del equipajedesde el auto hasta cada una de las habitaciones. 

     —Es mi trabajo, señorita Lottie. —Su sonrisa me derritió. Fue tan sincera y real—.Ahora, tenéis que descansar. Está por amanecer y necesitaréis recargar la pila. 

     Asentí y sonreí. 

     —De nuevo, gracias. 

     —Hasta pronto, chavala. —Hizo una reverencia haciéndome sentir alguienimportante—. Digo, señorita Lottie. 

     Y con un movimiento elegante, salió de mí ahora habitación. Al menos para esasprobables dos semanas. 

     Estando sola en la habitación, sin mi hermana y sin Liam, ahora sí pude observar adetalle el aposento. 

     Era divino. 

     Un ensueño. 

     Eso sí, no era muy grande, pero estaba ornamentada con muebles que ostentaban lofinos y caros que eran. Las paredes estaban tapizadas de blanco con figuras doradas: círculos ytrazos curvos, mismo que hacía juego perfecto con el dosel y cabecera de la cama matrimonialdando una vista exquisita, fina y elegante, pero cómoda y agradable. Las cortinas poseían elmismo patrón que el tapiz de las paredes, y ambas estaban amarradas con un listón doradocuyas borlas colgaban con gracia, muy juntitas, como si temieran separarse. La ventana,pequeña, pero maravillosa, daba hacia un hermoso jardín que, ligeramente iluminado porfarolas estilo colonial, estaba cubierto de distintas especies de flores como canutillo de Cuba,margaritas, tagete, hortensias y muchas más que no pude identificar. 

     No puedo creerlo

     Mi corazón latió con fragor cuando, desde la ventana, pude divisar lasbellas flores azules que me hicieron perderme por un instante —y también ganarme un regañopor parte de mi hermana— y que me recordaban a mi mejor amigo.

     —Está más que claro: ya no estaré sola en estos días —me dije. No sé por qué lo hice,si nadie estaba cerca para confirmarlo—. Y desde aquí se ven mejor. 

     Seguro que sonreí estúpidamente cuando llegó a mí la imagen de Gustavo. 

     Volví a mirar al interior y me encontré con esa agradable sensación de sencillez ycomodidad. Allá abajo, en la sala habitación, me había sentido incómoda, pequeñita y muyvacía por su extensión. El lugar me resultaba extrañamente grande y superficial. Sin embargo,en esta habitación, era todo lo contrario. Quizá porque me recordaba cuando mi hermana y yoéramos niñas y dormíamos las dos en un cuarto pequeño. Tal vez no teníamos tantos muebles,o juguetes, o quizá peleábamos más seguido por trivialidades. Pero era rara la ocasión en la queme sentía sola. 

     Vaya, el señor Han sí que había acertado. 

     Una lágrima me cayó en el pecho y me hizo salir de mi reminiscencia. Pasé el dorso dela mano sobre mis mejillas para quitar el rastro de mi sensibilidad. 

      Carajo. Me volvió a pasar. 

     — ¡Órale! Esto es una maravilla —Escuché una voz irrumpir en mi habitación. Aldirigir la mirada hacia la puerta, me encontré a Liam asomando sus narices, husmeando cadadetalle de las paredes y el techo—. ¡Hasta tienes un candelabro con velas al estilo palacio deVersalles! 

ERES MI VENENO [EDIT]Where stories live. Discover now