CAPÍTULO 1

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Capítulo 1
El sueño y el hombre perfecto

๑ Charlotte ๑

Mi corazón latía al mil por hora al sentirme cerca de él y mi piel se encendía cada vez que me tocaba en una caricia. Su calidez se colaba por sus ojos castaños al mirarme, insistiendo en que tome la iniciativa. El rubor en mis mejillas, el ardor que me recorría cada centímetro del cuerpo, me hizo apartar la mirada, tímida y avergonzada. Al mirar de reojo me encontré con sus rizos perfectos que me hacían enloquecer. Sus labios, delgados y rosados, me invitaban a lo impensable. Quería besarlo, no lo niego. Era el chico perfecto, el chico de mis sueños.

     El cantar de las aves en perfecta armonía me invitó a un ensueño del que estaba segura jamás despertaría. Nuestra conexión era inherente y nuestro amor destinado a ser.

     Sólo bastó un «te quiero» para que nos acercáramos el uno al otro, a nuestro anhelo, a nuestro deseo. 

     Sería el beso perfecto...

     «Lottie, despierta por favor». Una voz que sentía cercana y lejana a la vez se dejó escuchar entre los dos, llamándome, una y otra y otra vez, en una cacofonía irritable. Miré al amor de mi vida que estaba en frente y sonreí torpemente disculpándome por la incómoda intromisión. 

     Pero él comenzó a distorsionarse dejándome el temor de perderlo para siempre. Traté de tocarlo, mas mi mano lo traspasó. Me asusté.

     La voz de alguien no dejaba de llamarme. Mi cuerpo vibró. Miré de nuevo a mi amor imposible y su imagen era tan solo un holograma. Todo a mí alrededor se estaba esfumando bajo mi nariz. Cerré los ojos, apretándolos y pidiéndole a la voz que callara de una vez.

   Al abrir mis ojos me di cuenta que estaba en mi cuarto, entre cuatro paredes beige con dibujos de animales en un estilo minimalista y tribal en negro. La imagen de un tiburón blanco relució ante mí mostrándome sus fauces amenazando con tragarme de un bocado. Di un bostezo tan largo y pesado que mi boca se abrió más que el majestuoso pez que pinté hace un año.

     Que desilusión. El amor de mi vida se desvaneció en un santiamén y me trajo de vuelta a la cruda realidad.

     —Lottie.

     Al escuchar mi nombre me giré hacia la derecha encontrándome con Gustavo. Estaba observándome con sus tristes y leales ojos verdes. Él ladeó la cabeza provocando que un mechón rubio oscuro cayera sobre su frente pálida y se acomodó los anteojoscon el dedo índice en un empujón.

     — ¿Qué ocurre contigo? —Ante mi absorto, mi mejor amigo echó una pequeña risa al aire que quise atrapar de un tajo para evitar que resonara por la habitación—. ¿Acaso soñabas con un chico?

     Me ofendí ante la acusación. Fruncí el ceño. 

     — ¿Qué?, ¿por qué dices semejante barbaridad? —gruñí como un lobo.

     Gustavo mostró una risa tímida y enarcó una ceja, entornando los ojos hacia mis brazos en un gesto que, si bien no era coqueto, era curioso. Bajé la mirada y encontré la respuesta.

     Mis brazos apresaron una almohada que mi hermana me había regalado en mi cumpleaños anterior para conciliar el sueño después de meses en vela por un proyecto en la universidad. La condenada almohada llegaba hasta mis labios, dando la sensación de que la besaba.

ERES MI VENENO [EDIT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora