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Capítulo 40 - El reencuentro

Han pasado cientos de años.

El desenfreno del desastre.

El engullimiento de la Niebla Negra.

Y, la destrucción del mundo.

Todas esas cosas que habían sido tratadas como meras leyendas en la historia.

Finalmente, la terrible realidad golpeó el Festival de la Fundación.

"¡Aaaaah!"

"¡Por aquí! ¡Por aquí!"

"¡No empujen! Por favor, deja de empujar! "

El jardín una vez pacífica se había convertido en una escena caótica con los nobles corriendo en un frenesí.

La situación se estaba deteriorando rápidamente a lo peor.

Diana se quedó sentada, observando la situación.

A pesar de escanear los alrededores incansablemente, no pudo encontrar a Kyle por ninguna parte.

"..."

Sin dudarlo, se puso de pie.

No había ninguna orden explícita de mantener su posición, así que no tuvo reparos en tomar una decisión.

Agudizó el oído, activando al extremo su oído altamente desarrollado.

La cacofonía de los gritos, los pasos frenéticos y el estruendo lejano llegaron a sus oídos.

Una avalancha de información abrumadora inundó su mente.

En ese momento, Diana frunció el ceño.

"...!"

No había duda.

Era la voz de su amo.

Diana echó a correr.

Su elegante vestido, que ahora arrastraba por el suelo, haciéndose jirones, no le preocupaba en la urgencia del momento.

En una situación tan calamitosa como esta, un vestido así poco importaba.

Su respiración, ahora entrecortada e irregular, resonaba con determinación.

Debe proteger a su amo.

Una firme resolución dominaba la mente de Diana.

Y entonces, sucedió.

¡Graaahh-!

Un gruñido grave y siniestro retumbó en el aire.

Diana levantó lentamente la cabeza.

"..."

La piel rezumaba pus como corteza de árbol en varios lugares, exudando un hedor pútrido.

Colmillos gigantes sobresalían como espinas.

Parecía una grotesca amalgama de todos los horrores del mundo.

Un demonio.

El origen del mal, una entidad monstruosa que albergaba la enfermedad.

A Diana se le hizo un nudo en la garganta al ver a aquella criatura, diferente a todo lo que había visto antes.

¡Thud-thud-thud-!

A cada paso que daba el monstruo, el suelo temblaba y se oían rugidos atronadores.

Las tiendas tejidas en la tierra temblaban y los estruendosos crujidos hacían que le picaran los oídos.

Retrocedí Y El Género CambióМесто, где живут истории. Откройте их для себя