CAPÍTULO SEIS

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Alice

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Alice

Me adentre en el bosque, en lo profundo de este escuche risas, una estruendosa música. Me acerqué curiosa hacia esa dirección. En la distancia logre observar a 4 chicos. Cada uno se comportaba cariñosamente con su respectiva pareja.

El alcohol había hecho efecto en sus cuerpos. Se encontraban muy románticos, a punto de tener un encuentro sexual. Quise alejarme, no era propio espiar a los demás, pero debido a un descuido de mi parte, fui descubierta.

El otoño hizo de las suyas, tirando y secando las hojas de los árboles. Al pisarlas llame la atención de los jóvenes, quienes al principio observaron a mi dirección con miedo y preocupación. Las chicas acomodaron su ropa e intentaron mejorar su aspecto, mientras los chicos se acercaron tambaleándose un poco en el trayecto.

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —Me acerqué un poco, me observaron con curiosidad.

—Esas preguntas debería hacerlas yo—Respondí con simpleza—.Este lugar es peligroso para unos niños como ustedes. ¿Sus padres saben que están aquí bebiendo alcohol y  fornicando?—Mi atención estaba en ambas chicas.

—No te metas, estúpida.

Esas simples palabras fueron las detonantes, arruinando el ambiente tranquilo y armonioso que tenía hasta el momento. Me acerqué con velocidad, me planté frente a ese chico impertinente, no se inmutó. Sin embargo al observar cómo mi rostro cambiada, formando una sonrisa llena de diversión, su incomodidad fue visible.

Mi mano viajó hasta su cuello. Mis uñas, un poco afiladas, se incrustaron ligeramente en su piel. Su espalda golpeó el tronco de un árbol, sus quejidos fueron audibles.

—Deja de moverte o te lastimaré más—Me obedeció, controlando sus movimientos.

Sus acompañantes permanecían a cierta distancia, sorprendidos y un poco espantados por lo sucedido. Solté su cuello, sus pies tocaron nuevamente el suelo.

Permaneció inmóvil, mientras intentaba controlar su respiración. Me acerqué un poco a él para susurrar algo a su oído, pero antes de pronunciar palabra alguna, logre observar una herida que había provocado con el filo de mis uñas. 

Una gota de sangre resbalaba por su cuello con sutileza. Observe como recorría su piel, me hipnotizo ese líquido carmesí, la melodía que provocaban los latidos de su corazón hacían más grande mi ansiedad por probarlo. Me dejé llevar por un segundo, respire sobre su cuello, inhale el olor de su cuello. Mis colmillos se afilaron, incrementaron su tamaño. Estaba decidida a succionar cada gota de su sangre.

—Eres un monstruo, un demonio—Grito una chica.

Esas simples palabras me trajeron de vuelta a la realidad. Con mi lengua limpie la gota de sangre que se encontraba en su cuello,  hasta rozar su herida. Observe como sanaba lentamente, hasta desaparecer por completo. Tome al chico del brazo, obligándolo a colocarse a un lado de sus amigos. 

Alma Perdida (Pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora