CAPITULO 48

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Narra Alice

Abro los ojos lentamente, intentando acostumbrarme a la fuerte luz del sol, cuando lo logro, mi atención capta una de las imágenes más tiernas que he visto en mucho tiempo. Sebastián se encuentra de espaldas frente a mí, observa por la ventana mientras carga entre sus brazos a Gabriel, él se encuentra profundamente dormido, pero eso no le impide el hablarle.

—Y esa es nuestra historia, pequeño. A pesar de todos los problemas y las diferencias, aún seguimos juntos ya que la amo demasiado, a pesar de todo este tiempo aun logra volverme loco como la primera vez que la vi—No puedo evitar sonreír ante sus palabras, pocas veces tenemos la oportunidad de ser románticos o sinceros con respecto a nuestros sentimientos y el escucharlo me hace muy feliz.

—Nuestra historia debe ser muy aburrida, lograste que Gabriel se quedara dormido—Gira rápidamente en mi dirección, de inmediato se acerca a mí.

Me abraza con fuerza, sin dañar a Gabriel, me besa tiernamente la frente y se separa un poco para tomar asiento a mi lado izquierdo.

—Lo que pasa es que no soy bueno contando historias, seguro tú lo puedes hacer mejor que yo.

—Lo dudo—Intento reincorporarme para seguir conversando con el—Sebastián, me podrías ayudar a sentarme, es que no logro moverme, creo que aún estoy débil.

—Lo siento, cariño. No es a causa de tu debilidad, me temo que tu cuerpo estará inmovilizado por un tiempo.

— ¿Por qué? —Cuestione un poco asustada.

—Estuviste a punto de morir, lo que hiciste para salvarlo—Observo a Gabriel—Fue una locura, acabaste con todas tus fuerzas, si no es por Daryl tu hubieras muerto

—Entiendo, entonces esperare hasta que vuelva el movimiento de mis brazos y piernas.

—No hagas eso...

— ¿Hacer qué?

—Sonreír y aparentar que todo está bien—Baja la cabeza, evadiendo mi mirada—No quiero que vulvas a hacer una locura como esa. Me preocupe, pero aún más temí demasiado al pensar que te había perdido—Parecía afligido, inclusive creí que comenzaría a llorar.

Con esfuerzo logre mover la cabeza, tocando ligeramente la cintura de Sebastián. Me observo intentando comprender tal acción.

—Quisiera abrazarte en estos momentos, borrar el dolor que te hice sentir cuando creíste que moría, pero... No puedo hacerlo.

Sin decir palabra alguna se puso de pie, rodeo la cama hasta llegar al otro extremo de ella, coloco con sumo cuidado a Gabriel sobre la cama, a sus costados dejo pequeñas almohadas, anticipando el hecho de que despertara y pudiera caer de ella. Volvió lentamente hacia mí, observándome con detenimiento, me tomo entre sus brazos, tomo asiento y me sentó en su regazo. Me rodeo con sus fuertes y cálidos brazos, mientras mi cabeza quedaba cerca de su cuello, logrando disfrutar de su dulce olor.

Ninguno se atrevió a decir nada, solo a disfrutar de este momento tan único, tan agradable que solo podría llegar a experimentar teniendo a Sebastián cerca. El sueño comenzó a vencerme, es evidente que mi debilidad era demasiada, el sueño me gobernaba, así como logre observar mi piel, parecía agrietada, vieja y descuidada... Seguramente mi aspecto era un desastre.

—Duerme, te hará bien—Negué ante las palabras de Sebastián.

—No puedo, debo hablar con todos. Debo proteger a Gabriel, tengo miedo que intenten hacerlo de nuevo—Susurre lentamente.

—Yo lo protegeré hasta que tú te encuentres bien—Asentí ante esas palabras, había observado su comportamiento hacia Gabriel, él no le haría daño, todo lo contrario, no sé cómo ni porque pero Sebastián parecía haber decidido que el pequeño desde ahora formaría parte de nuestra familia. Después de escucharlo y sentirme mucho más tranquila, deje que mis parpados se cerraran mientras disfrutaba de estar en brazos de Sebastián.

Alma Perdida (Pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora